No se trata de tirar cohetes ni de lanzar las campanas al vuelo, pero si sobre el papel, el presente ejercicio se presentaba como el de la posible recesión, podría no llegar a serlo en España. Incluso hablamos de lo meramente técnico, un periodo de dos trimestres consecutivos con crecimientos negativos. Algo apuntado por la AIReF, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, que, si bien no lo descarta, sí indica, en su revisión de los Presupuestos en el Senado, que podría no producirse. Y es que las cifras de la parte final del pasado ejercicio han mejorado ligeramente frente a lo esperado.
Recesión, ¿finalmente se producirá?
También lo ha refrendado el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que tras indicar que la situación no ha mejorado sustancialmente frente a las previsiones de la entidad de octubre, en el cuarto trimestre de 2022 podría haberse dado el caso de un crecimiento de dos décimas en la economía española, lo que anularía una posible recesión técnica, si tenemos en cuenta que se espera una peor primera parte del año, frente al segundo semestre, más recuperado.
También desde BBVA Research las cosas se vislumbran algo mejor. De hecho, el servicio de estudios de la entidad ha mejorado en dos décimas su previsión general de crecimiento para todo 2023 en un 0,2%, hasta el 1,2%. Se trata del mismo nivel en el que lo coloca el FMI, el Fondo Monetario Internacional, el aumento del PIB de nuestro país y que ha mantenido sin cambios. Eso sí, advierte de la debilidad del crecimiento en estos primeros meses de 2023. Pero en su caso, dice, no revertirá en recesión.
Y apunta a dos factores clave que lastrarán el crecimiento de la economía española. Por un lado, la débil demanda externa, acuciada sobre todo por la debilidad, mayor si cabe y esperada de nuestros principales socios, los de la eurozona y el resto de la Unión Europea. Por el otro, por el deterioro de la confianza de los consumidores.
Consumo y situación económica en 2023
La marcha del consumo será vital en el presente y recién estrenado ejercicio. Como saben, la situación de la confianza de los consumidores no solo depende, aunque es un factor determinante, del poder adquisitivo que tengan, sino que, además, presenta un componente psicológico de primer orden. Las malas noticias influyen sobremanera en su repercusión.
Un ejemplo básico lo hemos visto en los últimos meses en dos encuestas importantes. Tenemos el barómetro del CIS, que además de componentes políticos pone sobre la mesa el baremo económico y, sobre todo, la percepción que tenemos los españoles de las finanzas. En cuanto a las nuestras, sobre la situación económica personal, un 63,2% indica que es buena y alcanza el nivel de mala o muy mala, en un 21,6% conjunto. Pero con una mirada general a la situación económica española, la calificación es de mala o muy mala para casi 7 de cada 10 encuestados. Es decir, ven bien la economía familiar, pero negativa la de España, lo que resulta paradójico.
Una apreciación que se lee incluso mejor en la encuesta del Real Instituto Elcano que evidencia que, este año, dos tercios de los españoles considera que la situación económica irá a peor. Técnicamente, es cierto, porque pasaremos de crecer por encima de los cuatro puntos porcentuales en 2022, a superar, si se cumplen los pronósticos, el 1%.
La inflación, decisiva en este ejercicio
Uno de los factores más determinantes será la marcha de la inflación, que se espera elevada, para los estándares españoles, pero por debajo de los niveles de doble dígito que vimos el pasado verano. Es además una diferencia clara frente a otras crisis, porque siempre tardan un tiempo las dificultades en trasladarse de la macro a la microeconomía.
En este caso no es así por dos asuntos fundamentales. El primero, el euríbor, la principal referencia hipotecaria en España que reflejó antes de nada la posterior subida de los tipos del BCE. Significa más dinero para el pago de la hipoteca y mayores dificultades si se trata de firmarla.
El segundo es el incremento de todos los precios en general, pero sobre todo algunos, como los de la alimentación y las compras diarias. Desde el minuto cero, el incremento de los precios nos ha mermado el poder adquisitivo y eso se ha notado sobremanera en nuestros bolsillos, ya que la comida ha elevado su coste por encima de la inflación media.
Así, durante 2023, los niveles de precios de consumo se moverán a la baja, pero no volverán a niveles anteriores. Las subidas se mantendrán, pero serán de menor cuantía frente a las vividas el pasado año, con una media que podría superar el 5%.
El punto de partida de las empresas en 2023
Los costes por la inflación y el aumento de los tipos de interés seguirán pesando sobre las empresas en España en el presente ejercicio. Más gasto corriente que puede traducirse en menor nivel de actividad y en menor peso de las contrataciones, que ya advertía Cepyme: desaceleración económica que afectará con mayor intensidad al empleo en este 2023.
Pero irá más allá. Y es que la patronal de la pequeña y mediana empresa pone sobre la mesa dos factores que serán el verdadero freno al crecimiento empresarial. Hablamos de las cargas laborales, que en proporción asumen en mayor grado las pymes españolas frente a las grandes empresas. Esto se une a los impuestos, que también bloquean la actividad.
Mayores cotizaciones, con un salario mínimo interprofesional más elevado frente al medio, se trasfunde en costes laborales en mayor grado para las compañías de menor tamaño, donde se concentran los salarios más bajos ante su productividad más mermada. Todo ello redunda en mayor vulnerabilidad para nuestro tejido empresarial, incluso en la comparativa europea, por el tamaño medio de nuestras compañías, más pequeñas que en el resto de Europa y, por ende, más vulnerables a los avatares económicos negativos.
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