Hoy se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, un lugar común para reflexionar sobre el trabajo realizado hasta ahora en prevención de riesgos psicosociales, para revisitar donde nos encontramos y, especialmente, para pensar en los nuevos retos a los que nos enfrentamos, como el tecnoestrés derivado del teletrabajo y las formas de trabajo híbridas.
Hace apenas unos días la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) pedían la adopción de medidas concretas para abordar los problemas de salud mental, como el estrés o la depresión, en el entorno laboral. Las entidades estiman que cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, lo que cuesta a la economía mundial casi 16.000 millones de dólares. Es un coste que no nos podemos permitir, a nivel humano (no olvidemos que hablamos de personas que sufren) y a nivel económico (como sociedad y como empresas).
Una vez roto el tabú en torno a la salud mental, las empresas deben pasar de la concienciación a la acción, en concreto, del diagnóstico del problema a la acción preventiva, integrando medidas para proteger a sus empleados en sus planes de salud exactamente igual que lo hacen con las enfermedades físicas. Hay varias recomendaciones que las empresas pueden seguir para construir un ambiente de trabajo saludable.
Realizar un diagnóstico de la situación. Se trata de medir diferentes parámetros sobre el bienestar individual y el clima laboral para conocer el estado general de salud psicológica de los empleados y detectar posibles incidencias que no hemos podido prevenir con anterioridad. Permite conocer, entre otros factores de riesgo, si los trabajadores soportan una carga de trabajo excesiva, si hay un ambiente tóxico o comportamientos inadecuados entre los empleados o si existen otros factores de estrés o angustia. Todos estos datos de estudio ayudan a calcular los recursos necesarios para llevar a la acción un plan de prevención de riesgos psicosociales que esté bien dimensionado y enfocado, e integrarlo en el área de Vigilancia de la Salud. Hoy existen herramientas, como Psicomet, que facilitan la toma de esta “fotografía” y nos permite una detección precoz del daño de forma ágil.
Potenciar el liderazgo saludable. En sus directrices, la OMS recomienda por primera vez formar a los directivos para que puedan prevenir los entornos laborales estresantes y responder a los trabajadores que sufren. Se trata de la psicoeducación. A través del acompañamiento en la gestión emocional del directivo, los Programas Individuales de Competencias (PICs) evalúan habilidades de desempeño, directivas e interpersonales y ayudan a desarrollar un estilo de liderazgo integral. Con directivos entrenados en “soft skills” se fomenta un clima laboral en el que los empleados se sienten acompañados y valorados.
Adaptar el puesto de trabajo. Las empresas tienen la responsabilidad de procurar un entorno de trabajo saludable a todos los niveles y en esta tarea debe tenerse en cuenta diferentes aspectos como la ergonomía del puesto de trabajo y el diseño ambiental, la definición del rol del trabajador y la mejora de la organización y de su gestión. Esta serie de medidas suponen un escudo de prevención que protege del estrés a los empleados.
Acompañar al empleado. El problema que mejor se resuelve es aquel que no sucede porque lo hemos prevenido. Acompañar a los empleados en su día a día con asistencia psicológica, puede evitar la cronificación de malestares que derivan en una bajada del rendimiento y productividad, causando sufrimiento a las personas, afectando a su entorno laboral e impactando en los costes de la actividad de la empresa.
Servicios como el PAE (Programa de Acompañamiento al Empleado) brindan un abordaje profesional con psicólogos colegiados y con experiencia en las diferentes dolencias que pueden manifestarse tanto en su entorno laboral como en su vida personal, dos esferas inseparables. Con programas como el PAE los empleados están acompañados 24 horas al día los 7 días de la semana, y pueden contactar con un psicólogo en cualquier momento.
Una tendencia imparable
Las nuevas generaciones valoran que las empresas lleven a cabo políticas como las descritas, por lo que, además de ahorrar costes, las empresas que cuidan la salud mental de sus empleados son más atractivas como lugares en los que trabajar. Las empresas más punteras tienen claro el retorno de la inversión. No es casualidad que, por ejemplo, durante la pandemia del COVID-19 muchas hayan intensificado su actividad en materia de prevención de salud mental, bien ampliando los programas que ya tenían o bien desarrollando otros planes de asistencia psicológica para ayudar a todas las personas de la compañía.
Como organización podemos ganar mucho si cuidamos el bienestar psicológico de nuestra plantilla, ya que cuando desde la dirección y los departamentos de gestión de personas se traslada la preocupación por la salud de sus trabajadores, automáticamente aumenta su compromiso y grado de motivación, mejorando el clima laboral y, como consecuencia, el rendimiento y productividad. Sin duda, se trata de una inversión con retorno. Cuidemos de la salud de las personas que forman parte de nuestros equipos no solo hoy sino todos los días del año.
Opinión