La estadística: el gran punto de encuentro entre los números y las personas

En el año 2010 Naciones Unidas declaró oficialmente el 20 de octubre como el Día Mundial de la Estadística, no solo en reconocimiento a esta ciencia como un instrumento poderoso para hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo, sino también como una forma de mostrar la capacidad de los números para describir la realidad y, a través de un análisis detallado de la misma, poder transformarla y  construir un futuro mejor.

Hoy nadie duda de la necesidad de disponer de datos y de información de calidad sobre la población, la economía, la educación, la salud, la energía, el empleo, el clima o, en general, cualquier aspecto que en alguna medida afecte a nuestra vida cotidiana. Porque es del análisis de esos datos y de esa información de donde deben surgir las propuestas, las decisiones y, en definitiva, las políticas y las respuestas a los retos en cada uno de esos ámbitos.

La estadística se convierte así, por derecho propio, en una ciencia de todos, ya que nos necesita para existir, pero también porque sirve a cada uno de nosotros. Efectivamente, la calidad de la información disponible depende en gran medida de la cooperación de todos para la obtención de datos reales, que las técnicas estadísticas transforman en indicadores fiables sobre los que basar, con garantías, todo tipo de decisiones en el ámbito público y privado.

Por todo ello, la estadística se ha convertido a lo largo de los años en un gran punto de encuentro entre los números y las personas, entre lo científico y lo social. Y en todo este proceso juega un papel determinante la confianza.

La insistencia por los diferentes organismos en la necesaria calidad y en la adecuada utilización de los datos y de la estadística se explica, precisamente, por la imperiosa necesidad de que la obtención, el análisis y la utilización de la información estén inspirados y presididos por valores como la veracidad, el respeto, el conocimiento y la transparencia.

Durante la pandemia por la COVID-19 pudimos comprobar hasta qué punto la estadística se encuentra en la base de las decisiones, desde la identificación de incidencias en cada punto del planeta hasta la planificación de recursos sanitarios según los cambios que se iban produciendo en tiempo real, o el análisis de las distintas pruebas diagnósticas.

Pero no solo en el ámbito de la salud; en las decisiones políticas, económicas, de estrategia empresarial o de cualquier organización se ha hecho inexcusable contar con datos fiables. Ante los comicios electorales se analizan los datos de intención, de fidelidad, de fuga de votos. En las decisiones comerciales se analizan con lupa los datos de preferencias, consumo o familiares de los clientes. En la planificación de recursos públicos se tienen en cuenta los datos detallados y veraces sobre edad, características, etc. 

No podemos olvidar que la materia prima que utiliza la estadística, los datos, dibuja realidades que corresponden a personas, a su situación, a su vida o a su entorno y, haciendo válido para la estadística lo que Antonio Guerrero señala sobre la literatura, “si la calidad no es el objetivo de los análisis algo falla, sin duda, en la noble expresión que señala a la estadística”.

Tecnología para un procesamiento más fiable

No cabe duda de que en el mundo actual, donde la velocidad y la ingente cantidad de datos y de información nos obligan a todos a actualizar conocimientos, procesos y técnicas casi en tiempo real, el riesgo de falta de calidad es mayor, como lo es el de cometer errores en la transformación o en la propia interpretación de los datos.

La tecnología ha abierto las puertas de la estadística aplicada y ha supuesto una democratización sin precedentes a la hora de aprovechar y desplegar todas sus ventajas. Es también uno de los mejores aliados en esa búsqueda de la calidad estadística en los procedimientos. El Big Data ha supuesto una auténtica revolución en la toma de decisiones no solo en la velocidad y volumen de datos. Es apasionante comprobar la vertiginosa incorporación de nuevos modelos, técnicas y conceptos como redes neuronales, aprendizaje no supervisado, algoritmos genéticos o random forest que conviven con los “antiguos” contrastes de hipótesis, análisis descriptivos, modelos de regresión, etc., conformando un todo que es la estadística, pero mucho más enriquecida.

La educación y la formación estadística se convierten, por tanto, cada vez más, en inexcusables en cualquier programa, y muy especialmente en las titulaciones de grado y posgrado. Y es que la formación estadística es una garantía de profesionalidad en el ámbito científico, pero también en las ciencias económico-empresariales, naturales, biomédicas o sociales. Y la Universidad ha de estar en la vanguardia en este sentido, desde la convicción de que la formación en estadística supondrá a corto y largo plazo una transferencia de conocimiento esencial para toda la sociedad.

Por ello, esta efeméride nos sirve para recordar la importancia y la utilidad de la estadística en nuestro día a día, y también su presencia inexcusable en cada una de las decisiones con las que se está diseñando y construyendo el futuro de todos.

Opinión

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