La biometría es una de las tecnologías que regulará la nueva Ley de Inteligencia artificial europea. Hace tan solo unas semanas, los comités de Mercado Interno y Libertades Civiles de la Unión Europea, aprobaron un nuevo borrador de esta norma: la Artificial Intelligence Act.
Uno de los aspectos que trata esta actualización es, precisamente, la situación de la biometría, o lo que es lo mismo, el análisis de características físicas, que a través de un algoritmo permite la identificación de una identidad. Así, el reconocimiento facial o mediante huella dactilar, son dos herramientas biométricas.
El nuevo cambio en el texto acoge, entre otras, la prohibición del reconocimiento facial ya que los eurodiputados encargados de su desarrollo, consideran que su uso es “intrusivo y discriminatorio”. Las enmiendas prohíben los sistemas de identificación biométrica en tiempo real en espacios públicos; identificación biométrica a distancia “post”, exceptuando su uso por parte de las fuerzas de seguridad con el objetivo de perseguir delitos y mediante autorización judicial; sistemas de categorización biométrica que requieren de características sensibles como el género, la raza, la religión o la orientación política.
La ley, pendiente de aprobación, también impide el uso de sistemas policiales predictivos basados en perfiles o ubicación o la recolección de manera indiscriminada de datos biométricos de las redes sociales o de circuitos cerrados de televisión, con el fin de crear bases de datos de reconocimiento facial.
En todo caso, el buen uso de esta tecnología facilita aspectos como la seguridad, la minimización de datos, la tecnología irreversible o la eliminación de datos. Así lo señala Veridas, empresa tecnológica española especializada en identidad digital y biometría, que aboga por defender un uso “seguro, libre, consentido, ético y no remoto” de estos sistemas. Su directora de compliance, Leire Arbona, sostiene que desde la compañía defienden un uso “consentido, libre, ético y no remoto de la biometría”.
La IA garantiza una mayor fiabilidad
En cuanto a seguridad, desde Veridas destacan que “los avances en materia biométrica han permitido alcanzar un nivel de fiabilidad superior al 99% gracias a la IA”, y añaden: “Con la IA se obtiene un vector biométrico, una cadena de números creada por un motor biométrico específico. Ese dato se crea en un ‘idioma’ que sólo puede hablar este mismo motor. Así, las personas están protegidas en todo momento, dado que sus datos se encuentran seguros y acotados a un entorno específico”.
Por otro lado, la minimización de datos, apunta esta compañía, permite que los usuarios solo proporcionen información estrictamente necesaria puesto que se trata de un proceso voluntario que requiere del consentimiento de los usuarios. Otro dato, nada desdeñable es que esta tecnología es “extremadamente cuidadosa” a la hora de salvaguardar la identidad de una persona: “Con la biometría basada en Inteligencia Artificial, se recaban los datos que van a ser procesados por el motor biométrico. En él, se genera un vector irreversible y no interoperable. Es decir, en caso de hacerse con él, cualquier tipo de ciberdelincuente no podría sacar ningún provecho, ya que se trata de un dato imposible de replicar”.
Por último, esta compañía especializada en identidad digital, apela al consentimiento como otro de los aspectos imprescindibles para que los sistemas no queden al margen de la ley. Así, es necesario el consentimiento del usuario para usar su información personal. Además, la ventaja principal reside en que la información solo se conserva el tiempo necesario para prestar un servicio: “Sólo se almacenan los datos específicos para dar acceso a los individuos, protegiendo su identidad en todo momento. Es decir, con un único registro, un individuo podrá acceder en múltiples ocasiones una vez el sistema reconozca su identidad”.
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