«Los conocimientos económicos son básicos para organizar nuestra vida diaria y planificar, y más en el siglo XXI»

El conocimiento financiero es cada vez más importante en un mundo globalizado en el que los ahorros tradicionales en depósitos bancarios cada vez tienen menos popularidad. Todos los primeros lunes de octubre se celebra el Día de la Educación Financiera, y este año, con motivo de esta efeméride, DIRIGENTES aprovechó para entrevistar a Carlos Balado, profesor de OBS Business School y director de Eurocofín, y preguntarle sobre el nivel de cultura financiera en España.

En el Eurobarómetro de julio se preguntó por el nivel de educación financiera en la Unión Europea (UE). España obtuvo el cuarto peor resultado, solo por delante de Chipre, Rumanía y Portugal. ¿Considera que el nivel de educación financiera es bajo en nuestro país? 

El nivel insuficiente de cultura financiera es de carácter general y no solo afecta a España. Viendo los datos de distintas fuentes, como el informe PISA o la Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España, cuando se hacen comparaciones entre países, lo que llama la atención es que el nivel de educación financiera en todo Europa se mantiene más o menos equilibrado. En estas encuestas se pregunta por cuatro asuntos. En primer lugar, si se entiende la inflación y las consecuencias de esta en el poder adquisitivo. En Europa, el 65% lo comprende y en España, el 61%. La segunda, si se entiende el interés compuesto y la relación entre el precio de los bonos y los tipos de interés. En Europa, un 45% lo entiende y en España, un 18%. Aquí la distancia es mayor. En tercer lugar, si se asocia una mayor rentabilidad con un mayor riesgo: en Europa lo entiende así el 66% y en España, el 69%. Por último, si saben que invertir en una gama diversa de empresas es menos arriesgado que en una sola. En Europa lo sabe el 56% y en España el 51%. Como se ve, exceptuando el caso de los bonos y los tipos de interés, donde la diferencia es mayor, España se sitúa en una línea similar al resto de Europa. 

En España, cuando se pregunta si antes de comprar un bien, si esa persona se plantea si tiene capacidad para adquirirlo, el 51% dice que sí, y el resto que no. En el caso de confianza en asesores para tomar decisiones, solo llega al 33%. Se pueden ver problemas bastante comunes: la dificultad de comprensión de las cuestiones financieras elementales, la dificultad para gestionar la situación financiera personal y evaluar riesgos, la falta de planificación financiera, una elección de productos financieros no adecuados para las necesidades planteadas y, por último, una sobrevaloración de los conocimientos propios. Estos cinco puntos son característicos y comunes en todos los países. Es decir, el nivel de educación financiera es medio tirando a bajo. De hecho, la nota media que pone la CNMV en España es un 5,99 sobre 10. El 70% tiene conocimientos medios-altos y el 25% los tiene bajos. Si miramos los datos del informe PISA, los españoles estamos algo por debajo al resto de países, y un 15% no alcanza el umbral base de los que se entiende como desenvolvimiento en cuestiones financieras.

¿Qué podemos aprender de países de nuestro entorno? ¿Qué podemos hacer de manera diferente? 

Aquí hay un aspecto importante: la dificultad para conseguir información acerca de cuestiones económicas y financieras. Cuando se pregunta a los ciudadanos, en relación con los medios de comunicación, consideran que es difícil entender la información económica que publican. En España, hay un 25% que dice que es fácil entender la información de los medios especializados (28% en el resto del mundo). Asimismo, el 88% considera que es difícil entender a los medios cuando hablan de economía. Por lo tanto, se necesita información más accesible y relevante para la vida cotidiana. Es decir, no se aplica la información económica a la vida diaria porque no se entiende. 

Otro aspecto que también destaca en todos los informes es la falta de acceso a la educación económica, sobre todo en los niveles más bajos, porque las encuestas también revelan que aquellos con ingresos y nivel educativo más altos, encuentran más facilidades para comprender esa información que leen y pueden aplicarla a la vida diaria. El nivel de ingresos, el educativo, así como la edad y el sexo (porque las encuestan señalan que los hombres tienen unos conocimientos financieros que las mujeres, algo que se acentúa con la edad) influyen. Esto nos lleva a que en la edad escolar se necesita de mucha más formación (algo pendiente por desarrollar) y, tras esta, acciones formativas recurrentes de mantenimiento de estos conocimientos y, algo que creo que es muy importante, que el lenguaje bancario y financiero tendría que ser más accesible de lo que es en la actualidad. 

¿Cuáles son las principales consecuencias de esta falta de conocimiento? ¿Qué diferencias puede haber entre dos ciudadanos con distintos niveles de conocimiento financiero? 

La cuestión principal es que cuando se contrae un préstamo para estudios, cuando se adquiere una casa o cuando se decide ahorrar para la jubilación, todas las personas tenemos que tomar decisiones difíciles, incluso teniendo formación universitaria en finanzas y economía por muchas cuestiones. Esto, como decía Richard Thaler, premio Nobel de Economía en 2017, lanzar una persona sin formación financiera a esa vorágine, es como coger a alumnos de autoescuela y pedirles que compitan en la Fórmula 1. Todos los días de nuestra vida tenemos que tomar decisiones y muchas de ellas son económicas. Los conocimientos económicos son básicos para organizar nuestra vida diaria y planificar, y más en el siglo XXI. A medida que pasa el tiempo, se ve que la necesidad de cultura financiera es cada vez mayor. Cada vez hay más referencias en los debates públicos a cuestiones financieras. La diferencia es que aquel que tenga mayor formación tomará decisiones acertadas que aquel que no la tenga. 

¿Hay relación entre esta falta de formación y el perfil conservador del ahorrador español? 

Aquí hay un debate entre causa y consecuencia. Probablemente, la causa de ser más conservador es el hecho de no ser consciente o no tener la formación adecuada y, por tanto, tomar decisiones lo menos complejas posibles, aunque también va con el carácter. Hay personas que tienen aversión al riesgo. 

Puede ser que con mayor educación financiera se adquiera menos riesgo que los que a lo mejor está adquiriendo otra persona, sin saberlo, con menos educación financiera. El hecho de no ver más allá del clásico depósito está impidiendo obtener un beneficio más razonable a las circunstancias que estamos viviendo. Este es unos de los problemas que se perciben: con una inflación alta, los depósitos tienen tasas de retorno negativas, y el público no sabe que pierden dinero porque la inflación se lo come. ¿Alternativas? Hay otros productos que tiene que ver con el ahorro que, con un mínimo riesgo, te cubre la inflación. Si una gran parte de la población, como hemos comentado, no entiende la inflación (en España, casi un 40%), pueden optar por productos que no les cubre la inflación y tienen pérdidas. 

La idea tópica que los depósitos es lo más seguro y lo más tranquilizador no es verdad, como se ve en estas circunstancias. Las críticas que se hacen a los bancos por no remunerar los depósitos más de lo que lo hacen, pierden de vista que hay otros productos que pueden dar un beneficio mayor y no lo están adquiriendo. En Europa la rentabilidad de los depósitos es mayor No se tiene en cuenta una sencilla regla económica: nadie paga por algo que ya tiene en abundancia. Cuando tienes liquidez en exceso, como le sucede a los bancos españoles, que sirve para protegerse de crisis financieras (se vio en marzo con las crisis de Signature Bank o Credit Suisse), no se paga. El volumen de liquidez supera casi el doble al necesario para afrontar casos de emergencia. Hay un exceso de liquidez. Cuando alguien contrata depósitos es porque necesita liquidez, que es necesaria para la actividad diaria. Este es un reflejo de la falta de cultura económica. 

¿Considera que hay relación entre la poca educación financiera y el miedo a emprender o a iniciar un negocio o con el rechazo que produce la figura del empresario en España? 

Entiendo que el desconocimiento financiero influye en el perjuicio que existe hacia el empresario y la actividad emprendedora. Tanto la falta de información, como la falta de conocimiento. 

¿Considera que el desconocimiento financiero influye en el tejido empresarial español, caracterizado por estar conformado mayoritariamente por pequeñas y medianas empresas? 

Hay otros factores que pesan más, porque entre los empresarios estamos hablando de niveles educativos altos. Hay otra serie de barreras. Por ejemplo, a partir de 50 empleados hay una serie de condicionantes de tipo jurídico, laboral o fiscal que hace que las empresas no se atrevan a dar ese salto. Hay un incremento de burocracia, de requisitos de información, que las empresas con ese número de trabajadores no tienen una capacidad para responder a ese tipo de requisitos administrativos. Digamos que son barreras administrativas lo que impide el aumento de tamaño de la empresa española. 

¿Cree que el perfil ha cambiado, desde uno tradicional al joven que busca montar una startup? 

El empresario tradicional español es muy vocacional, normalmente son generacionales y los de ahora son los herederos, ya que se ha ido transmitiendo de padres a hijos. Y los jóvenes que empiezan o que emprenden, siguen la estela de los tradicionales, pero con un componente nuevo: el tecnológico. Las startup siempre llevan aparejado un componente tecnológico que permite un desarrollo diferente de la empresa, en cuanto que la tecnología a través de muchos procesos economiza y tiene unas capacidades más interesantes para asumir riesgos. Entre otras cosas, te da más información y más capacidad de gestionar la misma. Esto ayuda y es un acicate que permite a muchos jóvenes emprender. Estamos hablando de personas que tienen esa vocación porque tienen esa capacidad de asumir riesgos y otros porque les viene de tradición familiar, que asumen y desarrollan con éxito. Estamos hablando de personas que, por el propio interés suyo, toman la iniciativa de formarse en conocimientos financieros y económicos y que parte a su vez de una idea inicial, que quieren asumir riesgos, aportar a la economía y empezar de cero o seguir con un negocio heredado.

Add a comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *