SAF: una oportunidad para impulsar la España vaciada

El combustible sostenible para la aviación, conocido en inglés como ‘Sustainable Aviation Fuel’, SAF por sus siglas en inglés, es un combustible alternativo a los fósiles que se ha erigido como un instrumento para descarbonizar el sector de la aviación e impulsar la economía circular. Una de las principales características de estos combustibles consiste en que cuando se contabiliza su ciclo de vida completo, desde su producción a su consumo, reducen las emisiones de CO2 en más de un 50%. En este contexto, tal y como indica Óscar Castro Álvarez, ingeniero aeronáutico y docente de ITAérea Aeronautical Business School, su beneficio medioambiental “depende fundamentalmente de su proceso de producción”. Así, existen dos tipos principales de SAF: biocombustibles generados a partir de materia orgánica y electrocombustibles, fabricados de forma sintética a partir de agua, CO2 y energía sostenible.

En esta línea, el experto explica que la gran ventaja del SAF es que se puede utilizar directamente en los aviones, ya que son aptos para los motores de las aeronaves actuales, lo que significa que “si estuviese disponible en suficiente cantidad, hoy mismo se podrían reducir de forma sustancial las emisiones de CO2 de la aviación”. Unido a este punto, “el SAF también presenta características beneficiosas en relación con otros impactos más allá del dióxido de carbono, como la mitigación de las estelas de condensación”, aquellas líneas visibles detrás de los motores de los aviones. Además, otra ventaja frente a opciones propulsivas alimentadas por hidrógeno o baterías, es que, “por ahora, el SAF es la única alternativa sostenible que se considera viable para vuelos de largo alcance”. Es decir, aquellos de más de 4.000 kilómetros de distancia.

En lo que respecta al grado de desarrollo en el territorio nacional, desde ITAérea Aeronautical Business School sostienen que las principales empresas del sector del combustible en España “llevan años desarrollando los procesos e instalaciones para alcanzar niveles de producción industrial”. En este sentido, actualmente existen diferentes refinerías con esta capacidad, “pero todavía es necesario un gran salto en el volumen de SAF producido”. Por todo ello, Castro afirma que España cuenta con un gran potencial para la producción de estos combustibles sostenibles de aviación, “particularmente gracias a su capacidad en energía renovable que es el elemento clave en los electrocombustibles” pero, también, “debido a la disponibilidad de materias primas orgánicas para los biocombustibles”. Asimismo, también advierte que “es fundamental asegurar que tanto el origen, el impacto en el uso de tierras, directo e indirecto, como todo el proceso de producción es sostenible en su conjunto”.

En este punto, para que España expanda la producción de SAF, sea capaz de cubrir su demanda nacional e, incluso, exportar grandes volúmenes al mercado internacional, el docente apunta que es necesario una inversión sostenida en capacidad industrial, “tanto en plantas de refinado como en energía sostenible, así como la identificación y aprovechamiento de materia orgánica para biocombustibles”. Y, de igual modo, sugiere que “el marco regulatorio promovido por la Unión Europea, RefuelEU, con sus mandatos SAF, va a proporcionar la seguridad necesaria para estas inversiones, con una demanda creciente en las próximas décadas”.

Óscar Castro Álvarez, ingeniero aeronáutico y docente de ITAérea Aeronautical Business School.

Un impulso para el empleo

Según un estudio realizado por PwC para Iberia y Vueling, la producción de combustible sostenible para la aviación podría suponer un estímulo económico para el país y, en especial, para la España vaciada. Según detalla el documento, el SAF abre la puerta a la creación de multitud de nuevos puestos de trabajo en zonas rurales donde se encuentran importantes fuentes de los residuos que se emplean para su elaboración. Para conocer cómo funciona la producción del biocombustible que se crea a partir de fuentes de residuos, Óscar Castro aclara que el principio para la producción de biocombustibles es la materia orgánica como, por ejemplo, cultivos, restos agrícolas, forestales o residuos de basura urbana.

“Mediante el procesado de esta materia prima, en diferentes pasos dependiendo de sus características y con diferentes tecnologías disponibles, se alcanza un combustible de composición equivalente al fósil, que al fin y al cabo también tiene un origen orgánico”, declara. De esta manera, la clave está en el conocimiento del ciclo de vida completo del biocombustible, “estudiando todas las emisiones e impactos asociados para asegurar que realmente estamos reduciendo las emisiones cuando comparamos con el combustible producido a partir del petróleo”.

Siguiendo con los datos del informe elaborado por PwC, algunas de las regiones con mayor capacidad para producir SAF de origen orgánico son Andalucía, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña y Extremadura. No obstante, el experto también indica que aunque la disponibilidad de materia orgánica adecuada es fundamental, y estos territorios sobresalen por ello, también resulta esencial “la existencia de suministro de energía renovable, así como la capacidad industrial necesaria para llevar a cabo todo el proceso de transformación”.

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