La transición energética es un tema ineludible si queremos afrontar el cambio climático y garantizar el futuro del planeta. Vivimos un momento de cambio y transformación, pero también de incertidumbre para profesionales y empresas. Y para enfrentarse a lo que supone uno de los mayores desafíos de la historia de la humanidad, tanto en lo social, como en lo económico y lo climático, las compañías necesitan buscar directivos que lideren esta transición. Unos directivos con formación y capacitación para asumir este reto, lo que supone perfiles no sólo expertos en sostenibilidad, sino con conocimientos de tecnología e inteligencia artificial, entre otros, que deberán encajar en empresas de corte tradicional y encargarse de ejecutar la transición interna teniendo en cuenta que, en muchos casos, el reciclaje profesional no siempre es posible.
En los últimos años, los directivos del sector energético han tenido que enfrentarse a los tradicionales problemas de optimización de procesos y costes y al aumento de la productividad en sus organizaciones; pero también han tenido que lidiar con un cambio de paradigma cultural en sus organizaciones y equipos de trabajo, redefinir la estrategia en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) e identificar nuevas oportunidades de negocio más allá de sus mercados tradicionales.
Todo ello ha puesto de relieve la importancia de la comunicación y la transparencia como palancas fundamentales para generar confianza y compromiso con las organizaciones y los cambios a los que éstas se enfrentan, lo que ha supuesto la creación de estructuras menos jerarquizadas, con mayor contacto entre altos cargos y sus equipos, aumentando la eficiencia y agilidad en la toma de decisiones.
Por otro lado, la irrupción de nuevas tecnologías dentro del sector está haciendo que multitud de organizaciones se lancen a explorarlas a través del desarrollo de nuevas líneas de negocio. El hidrógeno verde, la eólica marina o el almacenamiento de energía son algunos de los nichos que más interés despiertan dentro del sector.
Un perfil en auge
Se prevé que, hasta 2040, la llamada “industria de las moléculas verdes” genere entre 1,7 y 2 millones de nuevos empleos directos, indirectos e inducidos en la Europa de los 27 y Reino Unido. Concretamente en España, este sector aportaría 15.600 millones de euros más al PIB en 2040.
El energético es, por tanto, un sector repleto de oportunidades para los directivos que quieran liderar esa transición energética. Pero ¿cuál es el perfil que demandan las compañías energéticas?
Principalmente, están apostando por buscar perfiles directivos emprendedores, con una visión de medio y corto plazo, diferentes al directivo tradicional experto en energía. Las aplicaciones ligadas a tecnologías para la transición sugieren, además, liderazgos cada vez más jóvenes, con experiencia más limitada pero más efectiva y con vocación de cambio del status quo.
Además, los criterios ESG se han convertido en un aspecto prioritario para las compañías del sector, cuyo respeto deben asegurar sus directivos, que deben actuar con transparencia y ejemplaridad para abordar los aspectos de su negocio que puedan resultar más controvertidos, de forma que cuenten con un respaldo mayoritario por parte de la sociedad.
Por ello, los perfiles directivos ligan cada vez más sus objetivos al equilibrio, no sólo por trabajar por la descarbonización del planeta (cuestión muy atractiva) sino también por esa flexibilidad, esa conciliación y esa “vida de mejor calidad” a la que aspiramos en la era poscovid. Y es que conceptos como el psychological safety (que los miembros del equipo se sientan seguros, aceptados y respetados) están cada vez más presentes en las agendas de las principales organizaciones del sector.
En este sentido, los directivos se enfrentan al objetivo de mejorar las condiciones laborales de sus empleados en un momento en el que la cercanía en el trato personal, la confianza y el reconocimiento son factores clave para lograr su satisfacción y que den su mejor versión en pro de los intereses de la organización.
Por otro lado, el sector de la energía necesita líderes con vocación cada vez más internacional. Esto sugiere perfiles que incorporen habilidades y capacidades de interlocución para poder entender las diferencias culturales y aprovechar al máximo las oportunidades que se ofrecen en otros países.
¿Y cómo hacer para “enamorar” a ese talento directivo tan demandado ante el amplio abanico de oportunidades profesionales que el sector ofrece?
La realidad es que, en estos tiempos de cambio, las posiciones directivas del sector rotan más que antes. Por eso, las compañías, cada vez más, ofrecen paquetes retributivos ligados al medio y largo plazo y vinculados a la participación en capital, no tanto a los salarios muy altos. Un buen incentivo de este tipo fideliza al líder y le hace sentirse más parte del proyecto.
En definitiva, los directivos del sector tienen una gran oportunidad, sólo deben elegir bien y decidir con acierto en qué tren subirse, porque habrá muchos.
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