Google acerca el futuro de la automoción

Hace tiempo que Google viene trabajando en la confección de vehículos de conducción autónoma, esto es, que se conducen solos, pero nunca hasta ahora había presentado su propio prototipo al margen de grandes marcas automovilísticas.

El concepto en sí no cambia: hacer un coche que, aprovechando todo el big data de que Google dispone, en este caso en el ámbito geográfico a través de Google Maps, sea capaz de circular de forma autónoma mediante la aplicación de tecnologías que le permitan calcular la ruta, detectar los obstáculos y las señales de tráfico y adaptarse al resto de la circulación.

Claro que, para ello, Google dependería del resto de conductores, motivo por el cual, para triunfar, debería colmar las carreteras de sus utilitarios hasta el punto de que, en un futuro no muy lejano, ya nadie manejara el volante, los pedales ni la palanca de cambio de su vehículo.

El cambio no implicaría únicamente una revolución en el sector de la automoción, cuyos diseños y concepción, basados en el conductor, pasarían automáticamente a un segundo plano, sino que constituiría un auténtico cambio de paradigma sociocultural. Según afirma Pau Valdés, experto en marketing digital especializado en nuevas tecnologías, esto "hará desaparecer los atascos de las carreteras y permitirá a la gente comenzar a trabajar ya en el propio desplazamiento hacia su oficina, lo que contribuirá a compatibilizar la vida laboral y familiar".

"Google dispondrá de toda la información centralizada e irá distribuyendo el tráfico por donde mejor le convenga, en función de lo que pague cada coche para tardar más o menos, mediante un sistema de pujas al más puro estilo Adwords", fantasea.

Realidad o ficción, lo cierto es que Google aún no ha llegado tan lejos en la exposición de sus intenciones, y mucho menos en la del modelo de negocio vinculado al desarrollo del prototipo, sino que se ha limitado a presentar un modelo que, por primera vez, no está construido sobre la base de un vehículo convencional adaptado para la ocasión, sino que ha sido desarrollado por los propios ingenieros de la orwelliana compañía.

Ha ocurrido durante la conferencia Codecon, celebrada en Rancho Palos Verdes, California, en la que el cofundador de Google, Sergey Brin, ha mostrado en sociedad el primer modelo de fabricación propia que condensa todos los adelantos en materia de conducción autónoma conseguidos hasta la fecha. Se trata de un pequeño biplaza eléctrico, que no alcanza los 40 kilómetros por hora, cuyo instrumental de mando se limita a un botón de encendido y apagado y una pantalla en la que se muestra la ruta.

"Ha sido realmente inspirador poder empezar desde cero y pensar ¿qué debe tener un vehículo como éste?", ha afirmado.

Google tiene previsto construir cien unidades como esta en los próximos años, todos ellos circunscritos al estado de California, donde están desarrollan el proyecto y donde realizarán también los cientos de pruebas necesarias para comenzar a pensar en su lanzamiento al mercado. Según ha destacado Brin en la presentación, el prototipo no sólo se encuentra en una fase muy temprana de desarrollo tecnológico, sino que "harán falta años de ajustes y conversaciones con los organismos reguladores".

Harán falta años para que los coches sin conductor estén preparados para salir a la venta. Hasta entonces habrá que adecuar desde la tecnología hasta los códigos de circulación hasta determinar por ejemplo quién será el responsable si se produce un accidente.

Por el momento, Nevada ha sido el único estado en aprobar una ley que permite la circulación de coches sin conductor, una decisión en la que la presión ejercida por Google ha tenido un peso enorme. En vigor desde marzo de 2012, el estado expidió la primera licencia para un coche autónomo en apenas dos meses después. El vehículo en cuestión fue un Toyota Prius adaptado con la tecnología experimental de Google.

Y es que, aunque la todopoderosa empresa estadounidense se ha desmarcado de las principales automovilísticas con la presentación de este prototipo, lo cierto es que la mayoría de las marcas de coche más vanguardistas llevan años trabajando aplicando de forma parcial este tipo de tecnologías, que se pueden observar en los sensores que incorporan cada vez más modelos para el reconocimiento de señales y carteles, las ayudas a la conducción que corrigen la dirección cuando detectan la inacción del conductor, los frenos que se activan automáticamente al detectar un obstáculo o los cinturones que se tensan solos cuando hay peligro de choque.

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