El precio del petróleo ha tomado la senda bajista y vive un fuerte desplome que ha beneficiado tanto a las empresas más dependientes de esta materia, como a los países. Sin embargo, Japón vive con incertidumbre esta situación porque mientras ve cómo el crudo cae no observa que esta bajada se refleje en la misma proporción en la energía.
Como muestra un botón, el precio del crudo ha caído un 40% mientras que la gasolina en el país solo ha bajado un 11%. En este contexto, la evolución de la moneda tiene bastante que ver. El yen lleva una bajada importante respecto al dólar, en parte por las medidas económicas de estímulo que crean una mayor masa monetaria, y esto hace que las importaciones se encarezcan lo que resta efecto a la bajada del precio del petróleo.
La política económica expansiva del Banco de Japón ha llevado a una devaluación del yen en una búsqueda del aumento de la masa monetaria que lleve a un mayor consumo. Entre los problemas que sufre el país se encuentra la elevada deflación que arrastra y una dinamización del consumo además de hacer subir el PIB podría ayudar a elevar precios.
En este contexto, Japón vive un momento dulce para las exportaciones, que marcaron un buen dato en enero. Sin embargo, en la otra cara de la moneda se encuentra que las importaciones encarecen su precio.
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