Napolitano, de 89 años, que aceptó a regañadientes un segundo mandato en 2013 después de unas elecciones estancadas que amenazaron con dejar a Italia políticamente a la deriva, declaró el mes pasado que dimitiría pronto debido a dolencias relacionadas con su edad. Después de una vida entregada a la política, el ya ex presidente se retira para poder dedicarse a su familia, como explicó recientemente, y porque ya tenía "ganas de volver a casa".
Grasso asumirá por el momento las funciones de la presidencia de la República hasta que sea elegido el sucesor, cuyo nombre será sometido a una primera votación que tendrá que celebrarse, según contempla la Constitución italiana, antes de los próximos quince días.
"Me gustaría que saludáramos a Napolitano, un europeísta comprometido que en estas horas abandonará su puesto (…) habiendo dirigido a Italia con inteligencia y sabiduría", confirmó este martes Matteo Renzi en un discurso ante el Parlamento Europeo para marcar el cierre del semestre de la UE.
La dimisión de Napolitano ya se esperaba para después de la finalización de la presidencia de Italia de seis meses de la Unión Europea, que termina este martes.
Según informa Reuters, se espera que la votación en el Parlamento italiano para nombrar un nuevo presidente comience a finales de enero. Se necesita una mayoría de dos tercios de los diputados en las cámaras baja y alta del Parlamento en las primeras tres rondas de votación para elegir al presidente.
Por ello, la selección será un indicador de la fuerza con la que cuenta Renzi entre los diputados de su Partido Democrático de centroizquierda. El jefe de Estado italiano tiene amplios poderes políticos. Puede designar primeros ministros, disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas.
Entre los candidatos potenciales para suceder a Napolitano se encuentran Romano Prodi, ex primer ministro y presidente de la Comisión Europea, y el ex primer ministro Giuliano Amato. Ambos han sido candidatos a la presidencia en el pasado.
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