La Gran Vía late con corazón propio, pero, sin duda, una de sus principales arterias está compuesta de un lugar con una historia fascinante y una reputación legendaria. Museo Chicote ha sido, es y será testigo de las noches madrileñas más recordadas.
Adorar Madrid como el más ferviente gato no es complicado, pero son lugares como Museo Chicote los que hacen que visitarla lo convierta en una experiencia con nombre propio. Inaugurado en 1931 como Bar Chicote, por Pedro Chicote, ha sido testigo de las más sonadas fiestas de la capital, confidente de los rostros más conocidos de todos sus años de historia y escenario de innumerables anécdotas.
Considerada la primera coctelería de España, Museo Chicote ha sabido mantener el encanto de su historia, adaptándose a la evolución de la ciudad y los años, hasta convertirse en un punto de inspiración para muchos artistas y amantes de la buena música, además de, como no, de los mejores cócteles. Glamour, modernidad y encanto son las cualidades de este rincón que sigue latiendo con fuerza.
“No conocerás Madrid si no has estado en Chicote”
Una frase que se ha repetido a lo largo de sus más de 90 años de historia en la capital. Es un templo del cóctel y no solo en Madrid. Son tantos los famosos que se han dejado llevar por la atracción que su interior emana que en sus inicios no era extraño encontrarse con Bette Davis, Frank Sinatra, Rita Hayworth, Grace Kelly y hasta Lola Flores. Pero también las figuras más reconocidas de la actualidad como Javier Bardem, Alejandro Sanz, Alaska y Mario Vaquerizo o Iker Casillas.
Sus sofás, sus sillas de metal cromado tan de los 50 o ese halo tan glamuroso que sigue atrayendo a todas las generaciones han sido protagonistas de múltiples películas y series televisivas como Los abrazos rotos de Pedro Almodóvar, la serie Velvet o Arde Madrid de Paco León. El encanto de lo auténtico nunca fue, es y será tan perfecto.
Actualmente el local te atrapa a través de un estimulante juego de luces que cambia según el momento del día y una cabina donde el dj pincha sus temas musicales. Pero, no, Museo Chicote jamás abandonará la esencia que durante tantos años atrajo a los más ilustres personajes del cine, el teatro, la música y la literatura y que seguirá atrayendo a todo aquel que busque un lugar auténtico.
El legado del glamour y anécdotas de ensueño
No solo ha sido lugar de encuentro para las celebridades del “papel couché”, sino también fuente de inspiración para múltiples artistas. Se dice que Agustín Lara, compositor mexicano, encontró entre estas paredes a la musa, escribiendo en aquí sus letras e incluso dedicándole alguna estrofa a Chicote. “Agasajo postinero con la crema de la intelectualidad local”, decía el intérprete del fundador de la coctelería. Hasta Ernest Hemingway, declarado un fanático de la ciudad de Madrid, escribió allí sus crónicas de la Guerra Civil española.
Las divas más internacionales que por aquí pasaron es otro de los atractivos de Museo Chicote. Sofía Loren, una de las estrellas vivas más reconocidas de todas las épocas, también dejó su huella en el mítico local de la Gran Vía. Cuentan que fue el propio Chicote quien se negó a venderle una botella de su colección a la estrella, expandiéndose como la pólvora la noticia que se coló en toda la prensa internacional. Bien era conocido por todos, el celo que el maestro coctelero tenía por su colección. Loren, en compañía del actor Cary Grant, se encaprichó de una botella que representaba su belleza fielmente en el cristal y que el barman se negó a venderle.
El animal más bello del mundo, Ava Gardner, es la musa de este local. Una vez que descendía del avión en Barajas comenzaba una maratónn etílica que siempre finalizaba en Chicote. Allí vivió noches de locura, rodeada de apuestos galanes y muchas copas, como Luis Miguel Dominguín. Cuentan que Frank Sinatra, marido de la diva, al día de las fiestas de la actriz, cogió un avión con una dirección escrita: Gran Vía, 12. El cantante, que era de armas tomar, entró en el bar buscando desesperado a su mujer y la encontró en buena compañía. La discusión fue mítica en Madrid y terminó con una habitación destrozada en el Hotel Intercontinental, donde se alojaba Ava y donde aún conservan intacta.
En una de las muchas noches que la actriz pasaba en la coctelería le dijo a Chicote: “Este es un bar de putas y yo soy una puta”. El glamour a veces no está reñido con el lenguaje de la calle. Otras, sin embargo, estaba más inspirada y susurraba: “Encadenarme aquí y convertiré en sueños cada una de esas botellas”.
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