Para los expertos, la promesa de Donald Trump de generar un crecimiento sostenido del 3%-4% puede ser difícil de alcanzar, si no se llevan a cabo los planes de estímulo prometidos. “Mucho dependerá del crecimiento de la fuerza laboral y del de la productividad”, indica Neil Dwane, estratega global de Allianz Global IG. “Si el Sr. Trump reduce con éxito las presiones regulatorias, las empresas de servicios financieros podrían beneficiarse”, asegura el experto. Pero será difícil verlo en el corto plazo. Desde la gestora Jupiter, recuerdan cómo la llegada al poder de Trump vino acompañada de vientos de cola para la economía como la estabilización del crecimiento en China o de los precios del petróleo. Algo que ha beneficiado al presidente en sus primeros días al frente de la Casa Blanca. Además, los expertos consideran que sí se ha producido un aumento en la confianza económica entre las pequeñas empresas y una mejora de la confianza de los consumidores. “La creación de empleo y la contratación parecen aguantar; así, el paro descendió hasta el 4,5% en marzo, frente al 4,8% de octubre, el mes anterior a su elección como presidente”, indican desde la firma. Señales de flaqueza Pese a este positivo entorno, respaldado por las rebajas fiscales esperadas por las empresas, los expertos consideran que este Trump Bump emite señales de flaqueza, “ya que los tres pilares sobre los que se ha asentado el repunte bursátil parecen cada vez más endebles, hasta el punto de que algunos hablan abiertamente sobre la brecha entre las expectativas y la capacidad del nuevo presidente para cumplir sus promesas”, indican desde Jupiter. El debate ha gravitado hasta un posible desplome, el Trump Slump, después de que el malogrado intento de aprobar la nueva ley sanitaria en sustitución del ObamaCare presentase dudas sobre su capacidad para sacar adelante otras medidas. Entre estos pilares se encuentra su capacidad para eliminar ciertas regulaciones sobre el sector financiero, así como la inversión en infraestructuras o la aprobación de la reforma fiscal sin que suponga que el déficit del país se dispare. Reforma fiscal, clave para el crecimiento La reforma fiscal es clave en este sentido. Y el anuncio de la pasada semana del Presidente ha dejado un sabor de boca agridulce a los expertos, con pocas novedades sobre lo que ya se conocía del futuro texto oficial. Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversión de Carmignac, asegura que el anuncio es “solo la confirmación del inicio de lo que seguramente será una negociación ardua y prolongada con el Congreso”. A su juicio, “dada la probabilidad de que el crecimiento se vea lastrado por cuestiones demográficas y por la deuda excedente en el sistema, es complicado prever un crecimiento sostenible del PIB del 3%”. Afortunadamente, y si Trump confía en Janet Yellen, “la Fed es muy consciente de la dificultad a la que se enfrenta esta reforma y no endurecerá más su política demasiado pronto, ni mediante subidas de tipos ni reduciendo su balance”. A juicio de la firma, un criterio clave para valorar el resultado final es si se trata de una verdadera reforma fiscal, “que no afecte prácticamente a los ingresos del Estado en diez años, o si, por el contrario, se trata un acuerdo que vencerá en algún momento, dando lugar a otra crisis presupuestaria”. El calendario político es el otro obstáculo potencial para llevar a cabo todo lo que no se ha conseguido en estos 100 días. A Trump solo le quedan 18 meses para poner en marcha sus reformas clave en materia de impuestos y regulación antes de que las elecciones legislativas de noviembre de 2018 configuren un nuevo Congreso que podría ser más hostil a las políticas del presidente.
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