La recuperación mundial y el contexto monetario favorable han impulsado la actividad de la Eurozona un 0,6% durante el primer trimestre. El fortalecimiento de la demanda interna, del comercio internacional y de los mercados laborales están logrando la ansiada reactivación económica, según el último ‘Boletín Económico’ publicado por el Banco Central Europeo (BCE). Sin embargo, aunque los riesgos «están equilibrado», la reciente caída en los precios de las materias primas, y especialmente en el petróleo, podrían poner en jaque las previsiones del organismo sobre un factor fundamental: la inflación. El supervisor único ha revisado sus expectativas a la baja frente a marzo, con una inflación anual media (IAPC) del 1,5% para 2017, del 1,3% para 2018 y del 1,6% para 2019. El cambio viene motivado por la caída en el precio del Brent observada desde la última reunión de la OPEP (6% en dólares) y del resto de materias primas no energéticas (8%), lo que podría estabilizar los índices de inflación en torno a los valores de marzo (1,4%) y mayo (1,5%). Los precios del Brent han fluctuado entre los 48 y 56 dólares por barril desde principios de marzo. Estas fluctuaciones reflejan un cambio en las expectativa de los mercados en torno al probable éxito de la estrategia en los países de la OPEP de recortar la producción, ya que las existencias siguen siendo muy elevadas y la producción de crudo no convencional en EEUU continúa aumentando. La prolongación del recorte de la producción durante nueve meses, acordada el 25 de mayo de 2017 por los países de la OPEP y por 11 países no pertenecientes a dicha organización, fue ampliamente anticipada por los mercados y había sido descontada antes de la reunión. La esperanza expresada por algunos países participantes de que podría llegarse a un acuerdo sobre un recorte mayor o más prolongado no se materializó, lo que provocó una nueva caída de los precios del petróleo después de la reunión. De cara al futuro, la curva de futuros indica que los precios del petróleo permanecerán prácticamente sin cambios en los tres próximos años. Una vez descontado el efecto de las anteriores subidas de precios en las materias primas, la inflación mundial se ha estabilizado, al igual que en la Eurozona. El índice de abril en la OCDE cerró en el 2,4% y la tasa subyacente (sin alimentos y energías) en el 1,9%. En la misma línea, los indicadores de la inflación subyacente se mantuvieron en niveles bajos en la zona euro, y no han mostraron señales claras de «un repunte». Se espera que la inflación subyacente aumente solo de forma gradual a medio plazo, con el apoyo de las medidas de política monetaria del BCE, de la continuación de la expansión económica y de la correspondiente absorción gradual de la capacidad productiva sin utilizar. Como consecuencia, el organismo presidido por Mario Draghi no tomó ninguna decisión de calado en su pasada reunión del 8 de junio. El documento recoge que «el Consejo de Gobierno confirmó la necesidad de mantener un grado muy considerable de acomodación monetaria con el fin de asegurar un retorno sostenido de las tasas de inflación a niveles inferiores, aunque próximos, al 2%». Esto se traduce en no variar los tipos de interés oficiales, con la previsión de mantenerlos a estos niveles durante «un periodo prolongado», y continuar con el programa de compra neta de activos por valor de 60.000 millones mensuales como mínimo hasta diciembre de 2017. Además, el Consejo de Gobierno confirmó que, si las perspectivas fueran menos favorables, o si las condiciones financieras fueran incompatibles con el avance hacia un ajuste sostenido de la senda de inflación, está preparado para ampliar el volumen y la duración de las políticas «no convencionales».
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