Después del optimismo que ha generado el acuerdo preliminar sobre el Brexit alcanzado el pasado viernes entre Reino Unido y la Unión Europea, la negociación vuelve a tensarse. En este caso, a cuenta de la factura que deberá pagar Londres cuando abandone la UE a cuenta de inversiones ya comprometidas. Sólo 48 horas después del anuncio del principio de acuerdo, el ministro británico para el Brexit, David Davis, ha vuelto a reavivar la polémica al asegurar en la cadena BBC que su gobierno no tendrá que pagar su factura del divorcio europeo, valorada extraoficialmente en 45.000 millones de euros, si no llega a un acuerdo comercial con Bruselas. A pesar de que el acuerdo alcanzado el viernes incluye cláusulas sobre esa factura de salida de la UE, Davis considera que este pago está condicionado a que se establezca un tratado comercial con los 27 antes de marzo de 2019, lo que supone una vuelta atrás en uno de los tres temas que parecían ya zanjados. El acuerdo del pasado viernes, en el que Bruselas y Londres consensuaron sus posturas respecto a la situación de los comunitarios en Reino Unido, la frontera terrestre con Irlanda y la factura de salida de la UE, ha permitido que se ponga fin a la primera fase de negociaciones, aunque con dos meses de retraso. Ahora, se inicia la segunda ronda de diálogo sobre el Brexit, que versará en las relaciones bilaterales entre Reino Unido y el bloque comunitario después de 2019, concretamente un acuerdo comercial y otro sobre seguridad y lucha antiterrorista. Sin embargo, las declaraciones de Davis evidencian que el gobierno británico condiciona el cumplimiento de los acuerdos de la primera ronda a los resultados de la negociación de la segunda, que siempre han considerado prioritaria y que han intentado, sin éxito, priorizar sobre otras cuestiones. Este lunes, la primera ministra británica, Theresa May, está presentado el acuerdo preliminar con la UE en la Cámara de los Comunes, que ha servido para despejar de momento las dudas sobre la continuidad de su gobierno. Este optimismo caerá en saco roto si no se consigue acordar un marco de relaciones comerciales y finalmente se produce un Brexit «duro». Sea como fuera, el propio Davis reconocía ante la BBC que el avance en las negociaciones con la UE reduce la posibilidad de esa salida no negociada del bloque comunitario. En caso contrario, Reino Unido debería regirse por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en su comercio exterior y debería negociar, una a una, las condiciones de sus intercambios con cada uno de los 27.
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