Y es que las incertidumbres que rodean tanto a los comicios, como a la situación posterior, lleva a los analistas de Fitch a advertir sobre los riesgos para la liquidez y financiación de los bancos del país. La presión, no obstante, "debería ser manejable ya que las entidades están mejor preparadas que en las últimas elecciones de 2012, ya que el acceso a los préstamos del Eurosistema se mantiene".
En cualquier caso, una inquietud "prolongada sería negativa para los perfiles crediticios de los bancos".
Desde mediados de diciembre, se han producido "salidas" en los depósitos del sector privado hacia otras inversiones. La firma calcula que habrán alcanzado el 2% de los depósitos totales y esperan mayores retiradas de efectivo sobre todo en las semanas en torno a las elecciones.
Sin embargo, estos expertos creen que las salidas de dinero no serán tan importantes como en mayo/junio de 2012 (9,3% del total), porque entonces había "mayores incertidumbres, pues se produjeron en medio de la crisis de la Eurozona cuando el riesgo de salida de Grecia del área común era más importante, el Gobierno acaba de reestructurar su deuda privada y la agitación social estaba en su punto más álgido".
En este sentido, José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, destaca que hace dos años "todos tuvimos claro que el euro no se rompía, ningún país puede entrar en default (aunque sea técnico, por falta de financiación) si tiene al banco central a su lado. Ahora, ya no hablamos de un problema de financiación. Más bien es un problema político y en muchos casos de confianza".
Por otro lado, actualmente los bancos griegos cuentan con colchones de liquidez y tienen acceso a la financiación del Banco Central Europeo (BCE) que debería ser suficiente para "capear" el estrés de liquidez derivado de estos comicios.
Es más, añade Fitch, "la consolidación del sector en sólo cuatro grandes bancos, con carteras de préstamos significativamente más pequeños, ha reducido las necesidades de financiación".
Un largo proceso electoral y que las negociaciones entre el nuevo Gobierno y "la Troika" lleguen a un "punto muerto" no entra dentro de las previsiones de estos expertos pero "aumentaría las incertidumbres políticas y los riesgos para la banca". Asimismo, sería negativo para la ya de por sí débil calidad de los activos de ésta.
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