Parece obvio que, en primer lugar, a la hora de invertir tanto el minorista como el profesional deben tener claro cual es su objetivo en el mercado. Sin embargo, más a menudo de lo que debiera la meta se pierde entre el ruido del corto plazo, las emociones o los intereses subjetivos… “Ayudar al inversor a vivir mejores ‘vidas financieras debe ser el verdadero propósito de cada asesor financiero y empresa de gestión de activos, pero no todo el mundo está a la altura de este reto. Cuando el foco se centra en la rentabilidad a corto plazo o en la venta del próximo producto, el cliente ya no está en primer lugar”, explica David Goodsell, director ejecutivo del Durable Portfolio Construction Research Center Natixis Global Asset Management (AM). Cada profesional, continúa, debe asegurarse de cumplir el objetivo del inversor: un retiro cómo, una herencia para la próxima generación, seguridad financiera… Pero no sólo el asesor puede errar el camino hacia esta meta, también el propio inversor toma decisiones que le alejan de ella. “Los rápidos cambios en el mercado ante la diversidad de variables existentes y la cada vez mayor debilidad dificultan la capacidad de mantener la perspectiva”. En este contexto, recuerda el experto, “las estrategias de inversión basadas en objetivos pretender mantener a los clientes en el buen camino, pero requieren algunos pasos fundamentales”, que, en muchos casos, aún son tareas pendientes… Por ejemplo, “sacar al inversor de la referencia del rendimiento y ayudarle a plantear el proceso de inversión en términos de jubilación, gastos de educación o dejar un legado”. En otras palabras, sacarlos del corto plazo. De hecho, según las encuestas elaboradas por la firma más de ocho de cada 10 reconoce que estaría satisfecho si alcanza su objetivo, aunque su inversión lo haga peor que el mercado. Sin embargo, el problema es que muchos carecen de estas metas: el 55% de los inversores estadounidenses afirma tenerlas claras o un 48% tienen un plan financiero. “La planificación basada en objetivos es una práctica común entre los asesores, pero muchos apuntan a importantes desafíos a la hora de implementarla. En primer lugar, las expectativas de retorno pueden obstaculizar el cumplimiento de las metas, también la incapacidad del cliente para centrarse en ellas, así como la dificultad de traducirlas en estrategias claras”, apunta Goodsell. El éxito, concluye, podría llegar de plantear al inversor una pregunta fundamental: “¿Quiere anclar su cartera al retorno o lograr su objetivo ? Hacer que las metas sean el foco de la interacción con el cliente puede ayudar a establecer la dirección correcta”.
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