En un mundo marcado por la constante evolución, la capacidad de adaptación a los continuos cambios y la necesidad de innovar, la transformación digital emerge no solo como una opción, sino como un imperativo para las grandes corporaciones que buscan sobrevivir y prosperar en el panorama empresarial actual.
Y es que vivimos en una era donde la incertidumbre y la complejidad están redefiniendo el escenario macroeconómico a nivel global. Una situación que exige, más que nunca, a las empresas abrazar la transformación digital para hacer frente a los desafíos de un mundo enormemente digitalizado.
Si bien muchas compañías ya están destinando recursos, inversión y esfuerzos en transformación digital, especialmente en mejoras operativas, la realidad es que muchas de estas organizaciones aún no han adoptado un enfoque estratégico y sistemático que les permita expandir y renovar sus modelos de ingresos.
Cuando hablamos de transformación digital, hablamos de transformar negocios. En este sentido, lo importante no es quedarnos en lo “digital” sino que debemos centrarnos en el término “transformación”. Un proceso de cambio que, en la mayoría de las ocasiones, es lento, complicado y lleno de obstáculos, tanto externos como internos.
Desde mi punto de vista, las empresas se enfrentan a cuatro grandes desafíos en su camino hacia la transformación digital. En primer lugar, la digitalización de prácticas antiguas. En la actualidad, estamos viendo como muchas compañías utilizan la digitalización para replicar prácticas existentes, sin considerar la evolución del ecosistema, las nuevas necesidades del propio negocio, los nuevos canales, etc.
En segundo lugar, la puesta en marcha de soluciones que ponen el foco en la tecnología en detrimento del ser humano. En muchas ocasiones, las grandes corporaciones desarrollan herramientas y servicios digitales que, si bien son excelentes a nivel técnico, no resuelven las necesidades reales de los clientes. En estos casos vemos que claramente se ha tenido un enfoque hacia lo tecnológico, pero no hacia un diseño human-centric.
Otro de los grandes retos a los que se enfrentan las compañías es la desconexión entre objetivos digitales e impacto empresarial. A mi parecer, la mayoría de las empresas fijan objetivos digitales que no se alinean con los objetivos estratégicos de las diferentes unidades de negocio. En este sentido, observamos que, a la hora de planificar, no se tiene en cuenta los retos reales de los negocios y se seleccionan soluciones digitales sin tener en cuenta el verdadero foco: ayudar a los negocios a ser más rentables a través de la tecnología.
Por último, el desarrollo de soluciones digitales divididas en silos funcionales. La digitalización, en muchos casos, se concibe en silos, dificultando la colaboración y coordinación entre las diversas áreas de la compañía. Esto responde nuevamente a los silos que se van construyendo en las empresas en todos los niveles, operativos, de personas, de conocimiento, etc. En este caso ya es un tema cultural y el diseño de la transformación digital muchas veces ignora estos otros aspectos.
En mi opinión, la clave de la transformación de negocios no radica en la tecnología per se, sino en el proceso de “transformación”. De esta forma, debemos enfocar la transformación digital como una palanca esencial para la innovación, más allá de un simple cambio de procesos manuales a digitales a partir de las tecnologías actuales.
No estoy diciendo que la tecnología sea, hoy más que nunca, muy necesaria, pero hay que darle la dimensión que tiene. Son herramientas y sistemas al servicio de un proceso empresarial holístico y nunca hemos de adaptar los procesos y las personas a las herramientas, algo que sucede con gran frecuencia.
A mi parecer, explorar las tecnologías emergentes para optimizar nuestros negocios actuales, pero, sobre todo, crear nuevos modelos de negocio que nos permitan nuevas capacidades, llegar a un modelo de delivery que antes no podíamos o acceder a una optimización que nos permita desplegar algo que antes no podíamos, es esencial para acceder a mercados de manera más ágil y con un mayor impacto y escalabilidad.
En conclusión, adaptar y verticalizar la tecnología a nuestras empresas, procesos y cultura empresarial es fundamental para generar un motor de transformación, innovación y mejora continua. La transformación digital va mucho más allá de la adopción de nuevas tecnologías; es una redefinición completa de cómo las empresas operan y crean valor en un mundo cada vez más digital.
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