Recientemente, me topé con la noticia sobre la creación del nuevo Consejo de Productividad de España, una iniciativa impulsada por el Gobierno para evaluar y potenciar la productividad y competitividad de la economía española. En ese momento, me pregunté si este tipo de organismo ya existía previamente, pero para mi sorpresa, no era así.
Después de investigar un poco, descubrí que esta idea nació a raíz de una recomendación del Consejo de Europa en 2016 destinada a mejorar la productividad en los países de la zona euro. La mayoría de los estados miembros de la Unión Monetaria Europea ya habían implementado esta medida, a excepción de Italia, Estonia y España. Aunque podría parecer que en España no se le da importancia a la productividad, pronto me di cuenta de lo contrario durante una cena con amigos.
Durante la cena, surgió el tema del consejo de productividad y noté un gran interés en el grupo. Uno de mis amigos compartió cómo el libro «El poder de lo simple» de Leo Babauta y sus ZenHabits estaban impactando positivamente en su vida diaria, tanto a nivel personal como laboral. Me llamó la atención escuchar cómo otros amigos presentes en la cena también estaban familiarizados con autores como David Allen y su metodología Getting Things Done, así como con Cal Newport y su concepto de Deep Work, seguido por empresarios exitosos como Elon Musk y Bill Gates.
Es evidente que la productividad es un tema de interés para nosotros. Sin embargo, resulta sorprendente que España, al igual que Italia, se encuentre ligeramente por debajo de la media europea en términos de productividad por hora trabajada, con 42,7€ y 45,9€ respectivamente. A lo largo de los años, la productividad del trabajo en España ha experimentado un descenso relativo, pasando de ser un 12% superior a la media europea en 1995 a situarse un 8% por debajo en la actualidad.
Quizá la disparidad radique en que, como individuos, tenemos claro nuestro propósito de mejorar la productividad, pero como organizaciones, requerimos de alguien que nos guíe en ese camino. La creación de un Consejo de Productividad a nivel estatal podría ser la solución. Según el análisis de la fundación BBVA-Ivie, estos consejos son clave para resaltar la importancia de la productividad en los resultados económicos, identificar los factores que la impulsan y ofrecer recomendaciones a los gobiernos para fortalecerla.
La productividad del trabajo es fundamental para el crecimiento sostenible a largo plazo, ya que refleja nuestra capacidad para optimizar la combinación de los factores de producción disponibles.
La productividad es un factor crucial en la economía actual, como lo demuestran los datos. Irlanda lidera la lista con 100,89 euros por hora trabajada, seguida de cerca por Luxemburgo, Dinamarca, Bélgica y los Países Bajos. Estos países, que cuentan con un consejo de productividad, se destacan por su eficiencia en el trabajo. Por otro lado, Bulgaria, uno de los 7 países sin consejo, muestra una productividad significativamente inferior a la media europea. En este contexto, la creación de un Consejo de Productividad se vuelve fundamental, especialmente en un momento en el que la inteligencia artificial está transformando la economía y plantea nuevos desafíos.
En mi experiencia personal y laboral, he podido comprobar la importancia de la productividad, especialmente en el ámbito profesional. He investigado diversas metodologías, como Lean Manufacturing, la Teoría de las Restricciones y el Método Agile, todas las cuales coinciden en la necesidad de contar con datos para tomar decisiones informadas y mejorar la eficiencia en los negocios.
Con una amplia trayectoria en el sector tecnológico y la implementación exitosa de oficinas de productividad en nuestros clientes, tengo plena confianza en los beneficios que el Consejo de Productividad puede aportar al país. Los resultados hablan por sí solos: algunos de nuestros clientes han logrado aumentar su productividad en un 15% en el primer año de implementación, ahorrar hasta 10,5 millones de euros y mejorar la productividad en un 25% en desarrollos ágiles. Estoy convencido de que, al centrarnos en el desempeño de un equipo, veremos mejoras significativas en la economía española en un futuro cercano, siempre fundamentadas en el análisis de datos y cifras. Como dice Peter Sondergaard, «la información es el aceite del siglo XXI, y la analítica es el motor de combustión».
Opinión