Saber dirigirnos a nosotros mismos debería ser requisito indispensable para liderar a los demás. Un aprendizaje que muchos pasan por alto y que puede tardar toda la vida. Nadie tiene la menor posibilidad de liderar con éxito a otras personas si antes no es capaz de autoliderarse, (=selfmanangement). Y en esto el sentido común es clave.
Ya en la antigua Grecia Sócrates advertía de que el verdadero poder transformador reside en nuestra capacidad para conocernos a nosotros mismos. Su discípulo Aristóteles ahondó en esa misma idea, y desarrolló una forma de alcanzar ese autoconocimiento a través de la reflexión y la introspección. Conócete a ti mismo era el lema que presidía inscrito en grandes caracteres el pronaos del templo de Apolo en Delfos, y en la filosofía oriental Lao Tse aseveraba: «Conocer a los demás es inteligencia; conocerte a ti mismo es la verdadera sabiduría”.
“Para dirigir a los demás, es requisito indispensable imperar sobre uno mismo”, advertía el maestro José Ortega y Gasset. Y tiene todo el sentido del mundo. Porque, si aceptamos que la función principal de un líder es ayudar a otros a lograr sus objetivos, ¿qué autoridad moral tendría para hacerlo si ni siquiera es capaz de ayudarse a sí mismo a conseguir los suyos?
Existen cinco claves que pueden ayudarnos a lograr el dominio de la propia persona. Todas ellas comienzan por la letra A, por lo que podemos referirnos a ellas como las 5 As del Autoliderazgo. Las tres primeras son: Autoconocimiento, para conocer nuestras fortalezas y debilidades; Autocontrol o Autorregulación, para controlar nuestras emociones y que éstas no nos expulsen de nuestro proceso de toma de decisiones, y Automotivación, para activar la voluntad hacia el logro.
A ellas añadiremos: Autoaprendizaje, para cubrir brechas de conociendo y emprender un viaje de transformación hacia el yo del futuro, y Autoestima, para poner en valor los propios logros y capacidades. Algunos autores incluyen también Autoeficacia, Autonomía y Autorresponsabilidad.
CEO de nosotros mismos
Es urgente que nos convirtamos en CEO de nosotros mismos. Primero, porque creer en uno mismo te hace más productivo. Es un axioma que se puede aplicar a los emprendedores. Aquellos que creen en su idea y están dispuestos a luchar por ella, tienen muchas más probabilidades de éxito que quienes se limitan a ponerla en marcha para “ver qué pasa”.
También porque desarrolla la Autonomía. Las personas que saben autogestionarse tienen capacidad para resolver problemas complejos por sus propios medios (lo que en realidad también incluye la habilidad para pedir ayuda, concitar apoyos o buscar recursos externos) y funcionar de manera autónoma cuando la situación lo requiera. Asimismo, desarrolla la Autorresponsabilidad. Y ayuda a desarrollar un fuerte sentido de responsabilidad, lo que las convierte en personas que generan confianza.
En cuarto lugar, ayuda a la toma de decisiones. El autoliderazgo facilita vencer el vértigo a decidir. La persona autodirigida está orientada a la acción, con su propio criterio y conocimientos y los de su equipo. Además, pone a raya el factor emocional. El autoliderazgo nos permite identificar y mantener a raya los episodios de embargo emocional, ayudándonos a tomar decisiones de una manera en la que la que mente y corazón encuentren un equilibrio razonable.
El autoliderazgo es una herramienta que ayuda a las personas a ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a distintas situaciones y circunstancias, buenas y malas, aprender de esas experiencias y extraer siempre lo mejor de cada una de ellas. Esa capacidad de adaptación está relacionada con lo que en mi libro Esencial llamo “aceptación del momento presente”, y que no hay que confundir con resignación. Y es que desde la aceptación proactiva y no pasiva de la realidad se puede empezar a crecer y buscar alternativas a ese presente.
El autoliderazgo facilita el crecimiento, tanto personal como profesional y aumenta la satisfacción y la autoestima. Una persona autodirigida es una persona que va a alcanzar más fácilmente ese último nivel de la pirámide de necesidades de Maslow, la de autorrealización. Una satisfacción que está íntimamente ligada a la autoestima y a otros factores relacionados con el bienestar en el trabajo.
Opinión