Si algo caracteriza al contexto tecnológico de nuestra actualidad es su condición de constante cambio. Aquello que has aprendido apenas unos meses atrás es probable que quede desactualizado en tan solo cuestión de unos días. Crece a una velocidad vertiginosa que transforma sectores enteros y, con ello, crea nuevas oportunidades laborales.
Esto hace que haya una elevada demanda de perfiles tecnológicos, al punto de hablar de una crisis de talento digital. Además, también existe una desconexión evidente entre la formación que ofrecen nuestras universidades y las demandas reales del mercado laboral, aparcando a un lado las “horas de vuelo” que se consiguen a través de la práctica, que es lo que realmente aporta valor dentro del mundo tecnológico.
Esta brecha no solo afecta a la capacidad de las empresas para innovar y crecer, sino que también frena el desarrollo profesional de miles de jóvenes cuya formación académica está totalmente desactualizada al graduarse.
El enfoque holístico de las universidades ha funcionado a través de siglos para formar pensadores e investigadores con una sólida base teórica. Pero esos pensadores no necesariamente pueden hacer frente a los retos que el mundo tecnológico exige. Aunque valiosa, esta clase de formación es lenta.
Tomemos como ejemplo la programación: en la universidad los estudiantes pueden pasar años aprendiendo lenguajes como Java. ¿Pero qué hay de los lenguajes opensource o de los frameworks más demandados como React, Angular o Nest? En casi la totalidad de las formaciones universitarias ni siquiera se mencionan, dejando a los graduados con un déficit de conocimiento práctico que les impide ser competitivos en el mercado laboral.
La respuesta a esta necesidad no puede encontrarse únicamente en las universidades ya que la tecnología se mueve a gran velocidad. Existen otras alternativas como las formaciones profesionales que también tienen sus dificultades, pero hay otro tipo de formación que se presenta como una alternativa a la crisis de talento digital como son los bootcamps.
Las Formaciones Profesionales están más enfocadas en la práctica que las universidades, aunque aún no son la solución a esta escasez de talento digital ya que tampoco se mueven a la velocidad de la tecnología. Por otro lado, los bootcamps han surgido como una solución rápida y efectiva en respuesta a este vacío formativo ya que se enfocan en la práctica y en las tecnologías más demandadas. En 4Geeks Academy, por ejemplo, formamos personas que pueden remangarse y comenzar a trabajar en proyectos reales desde el primer día.
Son una respuesta rápida a la crisis de talento digital a través de las cuales ofrecen programas intensivos que se centran en lo que realmente demanda el mercado: aprendizaje autodidacta, independencia a la hora de trabajar con cualquier tecnología, capacidad para resolver problemas, etc.
En tan solo unos meses formamos a personas que pueden empezar a contribuir al crecimiento de las empresas de manera inmediata. Sólo un dato: cada año, los bootcamps agrupados en la Asociación de Talento Tecnológico (Asottech) forman aproximadamente 10.000 talentos con horas de vuelo a sus espaldas para prepararse a las exigencias que demanda el mercado.
Es la respuesta evidente a las necesidades que el sector tecnológico necesita, pero no cuenta con el apoyo de instituciones gubernamentales. No se reciben subvenciones ni ayudas del estado, a pesar de estar resolviendo buena parte del problema. Aun con todo, en 4Geeks Academy hemos repartido más de 20 millones de dólares en becas a nuestros estudiantes.
Además, algunas empresas suelen preferir contratar perfiles con más experiencia. Quieren profesionales listos para trabajar, pero no están dispuestas a invertir en la formación de júniors, perpetuando un círculo vicioso que impide el crecimiento que precisamente necesitan. ¿Cómo pretendemos resolver esta situación si todavía existen compañías que no se comprometen a formar a la próxima generación de profesionales?
Los bootcamps tienen que ser reconocidos y apoyados como una solución viable y efectiva para formar rápidamente a profesionales en disciplinas tecnológicas. Si no se integran en el sistema de formación oficial, seguiremos perpetuando una desigualdad de oportunidades que afecta tanto a los estudiantes como a las empresas.
Y esto es una situación insostenible. Es evidente que necesitamos un cambio en el paradigma de formación en nuestro país. Las universidades deben actualizar sus planes de estudio para incluir habilidades y tecnologías que sirvan como algo más que un papel enmarcado.
El sistema educativo tradicional no dará a las empresas las soluciones que reclaman. Deben asumir parte de responsabilidad y apostar por la formación continua de sus empleados, incluyendo la contratación y formación de júniors.
La solución a la crisis de talento digital está en nuestras manos. Necesitamos un sistema de formación que sea rápido, efectivo y accesible para todos. Solo así podremos cerrar la brecha entre la oferta educativa y la demanda del mercado y empezar a movernos a la velocidad en que se mueve la tecnología.
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