Así ha despegado Madrid como la gran región cloud del sur de Europa

Por Ignacio Aguirreche Schaafsma, CEO de Tiampe

Escribir sobre la nube es mucho más que hablar de tecnología. Existe un trasfondo sociológico cautivador en el abordaje del tema, derivado del valor que el cloud tiene en el día a día de las personas. Si uno ve Netflix, tiene una playlist de canciones o gestiona asuntos del trabajo sin estar en la oficina es, esencialmente, gracias a ello. Podría decirse, incluso, que nuestro estilo de vida resultaría inconcebible sin la nube. Por eso —entre otras razones— el posicionamiento de Madrid como gran referente cloud del sur de Europa no es un asunto anecdótico en lo que respecta a las perspectivas de futuro de España.

La capital representa un caso insólito en términos de inversión y captación de proyectos de gran calado vinculados a la nube. Pocas veces los gigantes tecnológicos globales habían pugnado de forma tan rotunda por destacar en el reparto del pastel tecnológico de una región tan pequeña en términos de superficie. Madrid ofrece algo que todos quieren y por eso emerge con fuerza como polo de atracción para el sector. De hecho, hace pocos días tuvo lugar en Ifema el Cloud Expo Europe 2024, en el marco del Madrid Tech Show, cita anual ineludible que reúne a empresas líderes y que parece haber adoptado a la ciudad como sede permanente.

En este evento, por ejemplo, la firma estadounidense Oracle se ha presentado después de anunciar una inversión de unos 1.000 millones de euros en la próxima década para la construcción de una macrorregión cloud en Madrid, a través de la que potenciará su infraestructura para dar servicio a grandes empresas y también a administraciones públicas, en un contexto en el que la demanda en torno a la nube no para de crecer.

Otra big tech que ha puesto sus ojos en la capital es la poderosa Microsoft, que hace apenas unos meses hizo pública su apuesta por abrir su primera región cloud en la Comunidad de Madrid —bautizada como ‘Spain Central’—, a través de un plan interconectado que contempla varias instalaciones repartidas por diferentes ubicaciones de la región. Esta apertura será la punta de lanza de un proyecto más ambicioso de la multinacional americana en nuestro país, que contempla inversiones que superarán los 2.000 millones de euros en el próximo año y medio.

El gran salto de Madrid dentro del ecosistema cloud continental está estrechamente ligado con la fiebre por los data centers que se ha disparado en el país en los últimos tiempos como consecuencia del auge de la IA generativa. La nube es un concepto más metafórico que físico, porque necesita servidores reales que puedan procesar, administrar y almacenar de forma segura la ingente cantidad de datos que alberga. Desde el software más elemental hasta las redes y ficheros más complejos. Los centros de datos cumplen ese propósito y posibilitan el impulso de los sistemas remotos. Y en este aspecto el territorio madrileño cuenta con valiosas ventajas competitivas.

Probablemente una de las más importantes sea su capacidad energética, clave para que las infraestructuras de datos puedan funcionar. No hay que olvidar que el consumo de una de éstas, según estimaciones, multiplica por 50 el gasto en luz de un edificio de oficinas común. Y atendiendo al ritmo de crecimiento que exhibe el sector del dato en Europa, es previsible que el abastecimiento pueda convertirse, en el corto plazo, en una de las fuerzas condicionante de primer orden en el funcionamiento cloud.

En este escenario, Madrid ejerce de gran catalizador de una España que parte con ventaja en relación a otros países del entorno. Contamos con una capacidad única para generar energía a partir de nuestros propios recursos naturales, con la que casi ninguna otra potencia europea se puede equiparar. Con la variable sostenible en la ecuación, y en tiempos de alta demanda, el que más tiene suele ser siempre el mejor posicionado.

No es casualidad que la capital vaya a cerrar 2024 con un incremento del 54% en su capacidad conectiva para data centers, sumando 60 Megavatios adicionales a su red específica y alcanzando ya los 110 MW, según estimaciones de la consultora inmobiliaria internacional JLL. Será una apuesta estratégica que meterá de lleno a Madrid en la carrera por captar inversión externa y que le va a permitir competir con ciudades como Dublín, Ámsterdam, Frankfurt o París en la primera división del cloud.

Será cuestión de dar los pasos adecuados y de potenciar, desde los diferentes ámbitos, una ecuación provechosa para todos. Empresas y sectores podrán beneficiarse de la inercia de una corriente tecnológica sin precedentes, llamada a seguir transformando la forma en la que vivimos y que además encuentra en nuestro entorno el hábitat perfecto. El efecto cloud no es sólo una cuestión de economía. Tendrá mucho que ver con la oportunidad y también con la astucia para saber aprovecharla.

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