En los últimos días hemos conocido que Apple ha emitido bonos verdes por segunda vez en su historia – la mayor emisión de bonos verdes por una empresa estadounidense tras la decisión de Donald Trump de excluir a su país del acuerdo de París sobre el cambio climático – por 1.000 millones de dólares para financiar proyectos de generación de energía limpia. La empresa de Cupertino realizó el año pasado su primera emisión de este tipo de bonos por 1.500 millones de dólares. La emisión de bonos verdes, según datos de la Escuela de Finanzas AFI de Madrid, aumentó un 90% en 2016 a nivel internacional respecto al año anterior. Las empresas españolas también se unen a esta tendencia. Por ejemplo, Repsol ha emitido bonos verdes por valor de 500 millones de euros e Iberdrola ha celebrado cuatro emisiones, la última por un importe de 750 millones de euros, con vencimiento en marzo de 2024 y un cupón (interés) anual del 1%. Según Climate Bonds Initiative, organización internacional sin ánimo de lucro con el objetivo de movilizar el mercado de los bonos verdes de instituciones públicas y privadas, se emitieron en 2016 un total de 81.000 millones de dólares en bonos verdes. Cifra muy superior a la alcanzada en 2012 con 3.000 dólares en bonos verdes. Hasta junio, Climate Bonds Initiative ha emitido 49.000 millones de dólares y esperan alcanzar a final de año los 150.000 millones. Pero ¿qué son los bonos verdes? Son títulos de crédito emitidos para financiar proyectos relacionados con transporte y energía como la construcción de plantas eólicas y solares, edificios con eficiencia energética y nuevas tecnologías para reciclar materiales que contribuyan a reducir emisiones contaminantes para cumplir el Acuerdo de País en lucha contra el cambio climático que 200 países firmaron. y ¿qué ofrecen a los inversores? Según un estudio realizado por el director del programa de Finanzas para la Sostenibilidad y el Cambio Climático de IEB, Manuel Gómez, los bonos verdes son muy atractivos en un contexto de tipos de interés bajos. «El trinomio rentabilidad – plazo – volatilidad parece jugar a favor de la economía verde, al menos en términos relativos respecto a otras alternativas de inversión» subraya Gómez. En los últimos cinco años, el tipo de interés medio a largo plazo en las economías de la OCDE se ha situado en la horquilla entre el 0% y el 4% frente a rentabilidades muy superiores que ofrecen de media de proyectos de la nueva economía verde. «Por ejemplo, si tomamos el sector energético como referencia y consideramos las tecnologías solar y eólica, la rentabilidad media de los activos alcanza sin dificultades niveles de 7% a 12% de rentabilidad sobre fondos propios (excluyendo el efecto de cualquier apalancamiento financiero)» destaca Gómez.
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