Con un 6,8% de crecimiento a cierre de 2016, ambos PMIs (manufacturero y servicios) sobre le umbral de 50 (expansión) y los últimos datos tanto de inversión como de producción industrial batiendo las expectativas, parece que ‘lo peor’ ha pasado en China. Es más, a finales de marzo el valor de sus reservas de divisas repuntó ligeramente, marcando la primera vez en cerca de un año en el que esta partida aumenta durante dos meses consecutivos. Y esto ha sido gracias principalmente a un alivio en las salidas de capital. ‘Fuga’ que junto al boom del crédito son dos de las principales preocupaciones en torno al gigante asiático… “La capacidad de China para liberalizar sus finanzas, mejorar la gestión pública y las actividades de las empresas estatales sigue planteando riesgos para sus perspectivas a largo plazo”, señalan desde ETF Securities. Y es que, reconocen, los siete años de descenso del PIB reflejan “un lento avance en la contención de sus vulnerabilidades y en las reformas estructurales”, transición de la que depende “el panorama económico futuro” del país. La firma espera que el People’s Bank of China (PBoC por sus siglas en inglés) endurezca su política monetaria para “frenar el boom del crédito, reducir las salidas de capital y aliviar las presiones a la baja sobre el yuan”. Así, a corto plazo esperan una mayor volatilidad cambiaria y riesgo para los bonos. “Tras la crisis, el crecimiento del gigante asiático se ha basado en el crédito y la inversión fomentados desde el banco central. Como resultado de ello, la deuda total ha aumentado al 260% del PIB a cierre de 2016 desde el 145% de 2007 (…) El sector corporativo ha sido el principal contribuyente a esta expansión (160% del PIB frente al 100% de 2008)”, destacan. Sin embargo, tranquilizan, el grueso del pasivo se concentra en empresas estatales “que tienen una exposición global limitada y están respaldadas por la autoridad monetaria«. Así, concluyen que el incremento del crédito podría traducirse ciertamente en estrés para su sector bancario doméstico y en un período prolongado de crecimiento económico por debajo de la tendencia, pero el riesgo de contagio internacional es reducido. Con todo, esperan una mayor aversión a los activos chinos ante futuros movimientos del PBoC. En este sentido, desde Capital Economics creen que la estabilidad en las reservas de divisas de China muestran que la reciente relajación en la fuga de capitales ha permitido al banco central retirarse de la intervención cambiaria. La cuestión es, indican, si esta “interrupción es temporal o un cambio permanente”. En su opinión, estamos ante la primera opción. “Aunque los controles de capital más estrictos han jugado un papel en la reducción de las salidas, el factor clave parece haber sido la estabilidad reciente del renminbi frente al dólar, que ha moderado las expectativas de depreciación. Y esto se debe más a una pausa en las alzas del ‘billete verde’ que a un cambio en la política china”. Su resistencia a dejar que la divisa china se fortalezca en términos ponderados a comercio significa que “probablemente comenzará a debilitarse en respuesta a cualquier recuperación del dólar. Esto podría devolver las posiciones bajistas sobre el renminbi y provocar un repunte de las salidas de capital, impulsando a su vez al PBoC a vender divisas”, concluyen.
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