hemeroteca
Theresa May poco después de su nombramiento como primera ministra, que buscará reforzar ante las urnas el 8 de junio. Algo más de nueve meses después del referéndum sobre el Brexit, el Gobierno británico hizo oficial la separación con la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa. Puede sonar simple, pero sin duda no será un proceso fácil. Nunca un país ha abandonado la Unión Europea. De hecho, aún es complicado tratar de analizar las negociaciones y el impacto económico. Se trata de un ejercicio complejo. Los debates se centrarán principalmente en la indemnización de salida británica. Según algunos políticos, podría ascender a más de 60.000 millones de euros, una verdadera ducha de agua fría para los que fueron seducidos por el mensaje de Nigel Farage, que apuntaba a que 350 millones de libras regresarían cada semana a las cajas del Estado británico. También tendrán que negociar el control de fronteras, el intercambio de estudiantes y científicos, las ayudas a la agricultura, los servicios financieros, las cuotas de pesca, la normativa de los productos, los permisos de trabajo de los deportistas de alto nivel… La lista es larga. Aunque, en principio, los británicos y los europeos tratarán de alcanzar un acuerdo lo más armonioso posible, los riesgos de fricciones no son despreciables. Para Europa, el reto principal es mantenerse unidos. Con 27 Estados miembros, dista mucho de ser fácil. Sin embargo, Europa se encuentra en una posición fuerte. Alrededor de la mitad de las relaciones comerciales del Reino Unido son con la UE. A la inversa, el porcentaje es «sólo» del 8%. El déficit comercial británico con la UE es considerable. La amenaza de un paraíso fiscal a decenas de kilómetros del continente Europeo no impresiona dada la situación presupuestaria del Reino Unido. El tiempo también juega en detrimento de los británicos. Con el artículo 50 activado, los negociadores tienen dos años antes de que las disposiciones menos favorables de la Organización Mundial del Comercio entren en vigor. El Gobierno británico está bajo presión para llegar a un acuerdo tan pronto como sea posible, ya que cuanto más se alarguen las negociaciones, más posibilidades hay de ver a las empresas establecidas en Reino Unido y orientadas al mercado europeo cruzar el Canal de la Mancha. En lo que respecta a las consecuencias económicas después del Brexit, estas han sido mucho menos negativas de lo previsto. Pero es verdad que el Brexit realmente acaba de comenzar. Los estudios de impacto económico sugieren que la economía del Reino Unido podría contraerse entre un 1,3% y un 4,2% hasta 2030. En el peor de los casos, esto equivale a una caída media de los ingresos de más del 2% per cápita. Un número significativo, pero no catastrófico. Para el conjunto de la UE, las pérdidas se cifran entre el 0,1% y el 0,5%. Repartidas en algo más de diez años y distribuidas entre los habitantes serían casi insignificantes. Aunque cabe señalar que las pérdidas no se distribuyen de manera uniforme en todos los sectores y países. Por último, el impacto político será decisivo a largo plazo. ¿Qué pasará en Irlanda del Norte y Escocia, por ejemplo? ¿Se mantendrá el Gobierno de May? En cuanto a Europa, las consecuencias dependen en primer lugar de las relaciones futuras entre los Estados miembros restantes. Rusia es el principal interesado en reforzar el debilitamiento de Europa. Trump también está en la misma línea cuando señala que el Brexit es algo excelente para Reino Unido. Un nuevo comienzo con motivo del sesenta aniversario de la UE es posible. Puede que la evolución de Europa sea más fácil sin el freno británico. Pero, independientemente del ángulo desde el que se observe la situación, no va a ser un juego de niños. Hans Bevers, economista jefe de Bank Degroof Petercam.
«Brexit significa Brexit, y vamos a hacer que sea un éxito”, aseguró
Add a comment