En el mundo de la digitalización y el big data, podría pensarse que el principal activo de una empresa son sus datos. Sin embargo, siendo estos una parte estratégica de las organizaciones, esencial para la toma de decisiones, sin duda hay algo mucho más importante: las personas. El talento, el capital intelectual de una compañía, es su principal factor competitivo, lo que la diferencia del resto. Y, por tanto, lo que más hay que cuidar. Por ello, los dirigentes deben poner especial atención en la gestión de equipos, en apostar por su capacitación y en promover su capacitación y compromiso. Solo así una empresa podrá alcanzar el éxito.
Sin duda, la forma de liderar y de gestionar una organización evoluciona conforme lo hace la sociedad a la que pertenece. Los métodos que funcionaban hace diez años hoy día están obsoletos. Diría, incluso, que ocurre lo mismo con los modelos de liderazgo prepandemia, y hablamos de hace tan solo tres años. El giro radical que ha supuesto para la humanidad la incidencia de la COVID-19 se ha visto reflejado no solo en los procedimientos a la hora de trabajar, ahora mucho más digitalizados y automatizados. También en la forma de tratar a las personas, ahora mucho más emocional, dándoles mayor protagonismo y capacidad de decisión, con una gestión human-centered.
Desde nuestro punto de vista, estas serán las claves que los dirigentes deberán tener en cuenta en la gestión de personas para este año 2023:
Prepararse para un entorno BANI. Una de las grandes secuelas de la pandemia es la incertidumbre. El entorno en que vivimos ha cambiado, ahora existe la sensación de que puede desestabilizarse en cualquier momento, y esto nos provoca inseguridad. Esta nueva forma de percibir el mundo se conoce con el acrónimo BANI, del inglés Brittle (frágil), Anxious (ansiedad), Non-linear (no lineal), Incomprehensible (incomprensible). Para hacer frente a esta nueva realidad, desde el entorno empresarial es importante fomentar la resiliencia y flexibilidad al cambio en los equipos, fomentar la innovación y apostar por metodologías ágiles que faciliten el día a día a los profesionales.
Atender la salud psicosocial. El estrés es un elemento constante en nuestra sociedad, muchos trabajadores se ven sometidos a una fuerte presión que termina afectando a su salud mental y emocional, y por supuesto, esto también repercute negativamente en su productividad. Tratar de crear un clima de trabajo saludable, estar atentos a lo que sienten y viven los empleados, tratarles de forma personalizada y atender sus necesidades individuales es la fórmula para prevenir situaciones de deterioro psicosocial que deben aplicar las organizaciones.
Utilizar herramientas de escucha activa. Las empresas suelen estar atentas a lo que piensan de ellas sus clientes. Conocer sus experiencias, tanto positivas como negativas, es fundamental para analizar el funcionamiento del servicio. Practicar la misma escucha activa dentro de la compañía, con los empleados, es fundamental. Y disponer de herramientas que nos permitan captar todo ese flujo de sentimientos y de experiencias de clientes y empleados, de analizarlo de manera automática e inmediata para tomar decisiones en tiempo real, vinculando ambos mundos, marcará la diferencia entre organizaciones.
Adaptarse a un modelo híbrido. Las políticas de recursos humanos deben reajustarse de acuerdo con los nuevos escenarios de trabajo pospandemia, en los que la presencialidad y el teletrabajo han de encontrar el equilibrio. La tecnología permite ofrecer a los empleados mayor flexibilidad en horarios y en la forma de trabajar, pero es necesario aplicar nuevas dinámicas de gestión de equipos, nuevas formas de evaluar a los profesionales y de llevar el seguimiento de los proyectos, y contar con nuevas herramientas de gestión.
Apostar por el talento interno. Debemos preparar a los equipos para que adquieran las competencias necesarias para llevar a la empresa al siguiente nivel. Pero para ello, lo primero que tenemos que hacer es identificar las necesidades de la compañía y qué capacidades necesitamos impulsar y desarrollar. Sin duda, los conocimientos tecnológicos especializados son fundamentales, pero también hace falta impulsar la creatividad, la innovación, la diferenciación. Conocer las destrezas de cada miembro del equipo y potenciarlas, en un modelo flexible de skills deseables por función y persona, nos hará ser mucho más competitivos.
Reforzar la confianza y el compromiso. Para hacer frente a la incertidumbre reinante, y dada la importancia del factor emocional en la gestión de equipos, es esencial crear un clima interno de confianza e involucrar a las personas en el proyecto empresarial, que se sientan una parte importante de ese proyecto y lo hagan suyo. Trabajar este compromiso, poder medirlo, analizarlo y tomar medidas para replicar aquello que funciona y rectificar los puntos en los que flaquea, es apostar por un modelo de gestión que resulta estratégico para la compañía.
Hoy día existen metodologías y herramientas que permiten construir un engranaje perfecto entre las personas y los procesos de una empresa, consiguiendo equipos más motivados y resultados más eficaces para el negocio.
Opinión