El Gobierno italiano ha decidido dar el primer paso para limpiar su sistema financiero con la intervención de las entidades localizadas en el Veneto: Banca Popolare di Vicenza y Veneto Banca. El coste estimado del rescate es de 17.000 millones de euros, y los créditos de las entidades se dividirán entre un banco bueno y otro malo. Los activos ‘buenos’ serán adquiridos a un precio simbólico de un euro por el milanés Intesa SanPaolo, que hará un desembolso inicial se 5.200 millones según las limitaciones de sus propias ratios de capital, mientras que el Estado aportará 12.000 millones ‘extra’ para cubrir las potenciales pérdidas. Las minusvalías de la operación están estimadas en torno a los 400 millones, según las declaraciones del ministro de Finanzas, Pier Carlo Padoan, tras una reunión de urgencia en Roma el pasado domingo 25 de junio. La valoración del Banco Central Europeo (BCE) del pasado viernes ha vuelto a ser el desencadenante de la rápida resolución respecto a las entidades. El supervisor único señaló una vez más que estaban «en quiebra o podían quebrar», al igual que en el caso del español Banco Popular. El informe fue remitido a la Junta Único de Resolución (JUR), que a su vez lo envió al Gobierno italiano para que tomará una decisión bajo la regulación local. Por su parte, la Comisión Europea ya ha dado el visto bueno a la intervención. La rápida respuesta del Ejecutivo permitirá que ambos bancos mantengan sus actividades, enfocadas en el crédito a pymes, a partir de este lunes 26 de junio. Además, se ha comprometido el mantenimiento de las plantillas y de los ahorros de unos dos millones de hogares y hasta 200.000 negocios. Intesa ya ha reservado hasta 60 millones para la restitución de los inversores con deuda subordinada en las entidades. Ambos bancos fracasaron en su intento de captar capital privado durante 2016. Tras revisar sus balances, el BCE llegó a la conclusión de que necesitaban hasta 6.400 millones de euros para seguir funcionando. Este paso abre la puerta a futuras recapitalizaciones público-privadas como la de Monte dei Paschi, el banco más antiguo del mundo, cuyos problemas financieros se arrastran desde 2015.
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