El preocupante aumento de la basura digital

Un estudio publicado recientemente por la ONU declara que la cantidad de residuos digitales acumulados en los cinco años previos a la pandemia habían superado los 53 millones de toneladas métricas. Si los meses de confinamiento más extremos supusieron un incremento de la de los desechos electrónicos, el periodo posterior no está resultando más positivo.

El consumo de tecnología, especialmente durante el encierro domiciliario a causa de la Covid-19, puso en evidencia que la digitalización, en todas las escalas, forma parte de la evolución social y empresarial. Sin embargo, la adquisición de dispositivos electrónicos de manera descontrolada y poco ética, está generando cantidades ingentes de basura digital, también conocida como virtual o tecnológica.

La obsolescencia programada, referida a la vida útil de un producto electrónico, no termina de calar en la mentalidad del consumidor y, muchos menos, en su divulgación mediática para hacer frente a un problema de sostenibilidad ambiental que afecta seriamente al conjunto de la sociedad. No solo afecta económicamente al bolsillo del consumidor, sino que, en cuanto a sostenibilidad, deja mucho que desear esta realidad.

La muerte demasiado temprana de la tecnología

El corto ciclo de vida de los productos electrónicos ocasiona un alto impacto medioambiental. A pesar del elevado coste en su adquisición, ninguna marca te garantiza un tiempo útil de más allá de dos o tres años en cada aparto electrónico. Y, aunque cada vez son más las empresas que se suman a la reparación de piezas para frenar el deshecho del artículo, aún no es una práctica demasiado generalizado en los usuarios.

Cada hogar español cuenta con móviles, smart whatches, televisiones inteligentes… al igual que las empresas que cada vez suman más tecnología para digitalizar su actividad y ayudarse de los últimos avances tecnológicos. Sin embargo, los datos estipulados anualmente referentes a la basura digital, alcanzan los miles de millones, según el informe de la Organización de las Naciones Unidas.

La conciencia social es fundamental en este proceso. Apostar por alternativas para disminuir la basura digital, no solo es positivo para el medio ambiente, sino para apostar por la competitividad como empresa y la contribución al planeta como ciudadano. La reparación de los aparatos electrónicos o incluso la donación de aquellos dispositivos que ya no se utilizan son algunos de los métodos que los más conscientes de la realidad medioambiental eligen.

El peligro que conlleva la hiperconectividad en la basura digital

En la actualidad existe una (casi) necesidad de estar conectados digitalmente ya sea personal, social o profesionalmente. No obstante, son muchos los que pasan por alto la ley que rige la protección de datos, simplemente por dejadez o puro desconocimiento. La aceptación de cookies de manera impulsiva, hace que se revelen datos con todo tipo de información y la ciberdelincuencia se lucre de ello, como confirma el estudio.

Al igual sucede en el tejido empresarial. La relevación de información es crucial para la delincuencia digital y como en el caso anterior, en la mayoría de las ocasiones, sin caer en ello. Creación de continuas cuentas, perfiles o dominios que pueden dejar un peligroso rastro digital muy perjudicial para la empresa.

Un caso que es muy habitual es guardar durante un tiempo un dispositivo electrónico por el trabajo que puede conllevar eliminar la información relevante de la empresa o el particular. Pero lo que no se piensa con ello es que, ese mismo aparato, puede caer en las manos equivocadas y utilizar esos datos de manera contraproducente y hasta ilegal.

Todo ello influye gravemente en la sostenibilidad medioambiental además de un problema crucial de revelación de datos. Factores que hacen que la basura tecnológica siga incrementando de manera excesiva y perjudicial para toda la sociedad.

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