Hay muchas regiones en Europa con tintes secesionistas: Baviera en Alemania; Córcega, Alsacia y la Bretaña Francesa en Francia; Isla de Man, Irlanda del Norte y Escocia en Reino Unido; Crimea en Ucrania; Silesia y Kashubia en Polonia; Istria y Dalmacia en Croacia; Sicilia, Cerdeña y Tirol en Italia; Cataluña y País Vasco en España…
¿Qué hubiera pasado si en Escocia triunfa el "sí"? Hubiera supuesto el ‘pistoletazo de salida’ para que el resto de regiones independentistas reivindicaran los mismos derechos, lo que provocaría una irremediable destrucción del concepto de Unión Europea.
Si los ‘padres’ de la Unión -Konrad Adenauer, Jean Monnet, Robert Schuman y Alcide de Gasperi- levantaran la cabeza, verían como su sueño de unidad se resquebrajaría sin remedio. Actualmente, existen 60 lenguas regionales en Europa y si cada estado que quiere independizarse lo consiguiera, en la Unión Europea en vez de generalizar a 27 países ya habría que hablar de 50 estados. ¿A nadie se le ocurre pensar que una región puede seguir disfrutando de derechos localistas sin romper con el concepto de globalidad?
De nuevo, volvemos a asistir a un despropósito. ¿A quién beneficia la independencia? Como se ha visto claramente en los resultados del referéndum escocés, el pueblo no quiere perder derechos. ¿Entonces? En los últimos años, los tintes de "separatismo" se han ido haciendo cada vez más presentes, incluso, han copado los objetivos de algunos poderes políticos. Pero, ¿por qué? ¿Cuál es la razón de querer separarse del resto y ‘cerrar fronteras’ con el resto del mundo? El objetivo número uno parece ser imponer sus ideologías, pero detrás podría haber otros intereses. ¿Por qué Cataluña quiere una cada vez más ansiada independencia de España? ¿Hay alguna relación entre los intentos de separatismo con algún objetivo de ‘separatismo fiscal’? Cuando la corrupción de ha instalado en cada vez más poderes políticos, sin diferenciarse el color de su bandera, toda hipótesis es posible.
El caso de Escocia es un claro ejemplo de triunfo del sentido común. El pueblo, en esta ocasión, ha decidido que no quiere sublevarse a Alex Salmond, primer ministro del país, en sus planes separatistas. Esperemos que el próximo y los sucesivos intentos de manejar los hilos de muchos al antojo de unos pocos también sean callados por los ciudadanos.
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