El sistema fiscal español recauda cinco puntos porcentuales menos que sus vecinos europeos en relación al PIB (un 33,6% y un 38,8%, respectivamente), a pesar de tener unos tipos nominales relativamente altos. Esta es una de las conclusiones expuestas por el Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF) en su estudio «Declaración de renta y patrimonio 2016», donde se observa también que estos volúmenes están muy ligados al ciclo económico, ya que en 2005 llegaron a equipararse y con la crisis volvieron a alejarse. En concreto, en los principales impuestos troncales (IRPF, IVA y Sociedades), los ingresos se sitúan en torno a un 10% por debajo de la media comunitaria, situándose en el puesto 19 de los 28 estados miembros. Los motivos que explican este desfase entre ingresos y tipos son diversos: en el impuesto sobre la renta se achaca a las altas tasas de paro y a las bajas remuneraciones tras la crisis, en el IVA a la gran cantidad de productos y servicios sujetos a tipos reducidos, y en Sociedades a las pérdidas acumuladas durante la recesión económica que ahora se ven compensadas. La recaudación cerró 2016 con niveles bastante cercanos a los de 2007 (-15%), con un montante de 186.249 millones, frente a los 214.244 de la etapa pre crisis. Por tributos, se puede observar que el IRPF ya se ha recuperado, el IVA está en proceso ayudado por la subida de tipos y el dinamismo del consumo, y en Sociedades por la introducción de medidas extraordinarias. Por otro lado, la composición de los ingresos ha experimentado cambios desde el inicio de la crisis, donde los impuestos indirectos han pasado de aportar del 36,81% de al 46,24% del total, mientras que los directos han perdido cuatro puntos porcentuales. Sin embargo, aunque la recaudación del IRPF es incluso inferior a la media de la OCDE, igual que el tipo de gravamen del salario medio, si se agregan las cotizaciones sociales pagadas por el trabajador se equipara al resto de países. De hecho, el REAF advierte de que el coste sobre el factor trabajo es «relativamente elevado», lo que puede dificultar la creación de empleo. Sin contar las cotizaciones, la presión fiscal en España se sitúa en el 15%, mientras que en la OCDE en el 15,7%. En el otro extremo, cuando sumamos lo que aporta el empleado y el empresario vía cotizaciones, este coste se incrementa hasta el 39,5%, frente al 36% de media en la OCDE. «El IRPF es un ejemplo de la paradoja de tipos altos y baja recaudación. Este es un problema de competitividad y para solucionar el desempleo», señalan los expertos.
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