La relación entre humanidad y naturaleza está experimentando una metamorfosis inevitable después de décadas de desequilibrio. Es alentador ver cómo aumenta la conciencia sobre la relevancia de adoptar una perspectiva regenerativa hacia la naturaleza y, en consecuencia, el surgimiento de un nuevo sector económico centrado en la regeneración del capital natural. Pero como en los demás ámbitos, necesita una inversión significativa para su óptimo desarrollo.
La inversión en el capital natural puede convertirse en el principal catalizador de una necesaria y profunda transformación de nuestra economía y modelos productivos. Además de proteger nuestro planeta, estimula la innovación, crea empleos y promueve modelos de negocio más sostenibles.
Estamos presenciando el nacimiento de un movimiento empresarial que abraza la sostenibilidad como una oportunidad para la generación de riqueza y el progreso social. Concretamente, observamos tres grandes tendencias en la inversión en capital natural. En primer lugar, encontramos los fondos de impacto y private equity, que invierten directamente en compañías y emprendedores que desarrollan soluciones tecnológicas y digitales para la preservación del medio ambiente, como la agricultura regenerativa y tecnificada. Este tipo de inversiones representa una evolución natural hacia la sostenibilidad, donde la tecnología y la innovación juegan roles cruciales.
En segundo lugar, los fondos y estructuras de deuda son especialmente relevantes en proyectos relacionados con la mitigación del CO2 o la regeneración de la biodiversidad. Estos proyectos, que abarcan desde la reforestación hasta la transformación resiliente de los paisajes, ofrecen retornos atractivos a largo plazo gracias a la venta de bonos de CO2 y otros productos derivados de ecosistemas saludables. Este modelo de financiación destaca por su capacidad para atraer inversiones pacientes y comprometidos hacia proyectos que tienen un impacto positivo tangible en el medio ambiente y que ofrecen retornos estables a largo plazo.
El modelo de inversión público-privada, conocido como blended finance, también está ganando terreno como mecanismo para promover proyectos de capital natural. Este enfoque combina recursos públicos y privados para financiar proyectos verdes que de otro modo serían solo una utopía. Aunque ha sido tradicionalmente más popular en el mundo anglosajón, también tiene peso en América y Asia, donde el apoyo estatal a la investigación y desarrollo inicial de proyectos sostenibles es más común.
Pero… ¿y España? Aunque muchas empresas españolas ya han adoptado iniciativas y están invirtiendo en la mejora de su entorno ambiental, aún hay un largo camino por recorrer hasta alcanzar una inversión significativa y de carácter verdaderamente transformador. El principal motivo de esta dilación es que la implementación de proyectos de inversión en capital natural requiere superar barreras financieras, técnicas y regulatorias. Los inversores y empresas deben cumplir estrictos criterios ESG, adaptarse para realizar inversiones conjuntas (clustering) y flexibilizar sus modelos de gestión de riesgos asociados a las inversiones en capital natural. Todo ello, en un país con una cultura y capacidad de inversión relativamente baja en comparación con nuestros vecinos europeos.
Sin embargo, este desafío puede transformarse en una oportunidad para nuestro país. Al centrarse en desarrollar e implementar estrategias innovadoras de inversión sostenible, España puede posicionarse como un líder en la transición hacia una economía más verde y resiliente. Eso sí, para impulsar la inversión en capital natural y avanzar hacia un modelo económico más sostenible es necesario un ingrediente básico: la colaboración entre empresas, gobiernos e instituciones. Y para ello, es fundamental establecer plataformas de acción colectiva que fomenten la colaboración público-privada y privada-privada, facilitando así la inversión conjunta en proyectos de sostenibilidad.
Este cambio de paradigma requiere un compromiso común, real y a largo plazo para reconocer el valor intrínseco del capital natural, promover su protección y regeneración y adoptar prácticas empresariales responsables. Porqué de este modo no sólo cuidamos de nuestro entorno, sino que obtendremos rentabilidad económica y se pueden generar beneficios adicionales, como el fortalecimiento de las relaciones con las comunidades locales y los stakeholders.
En definitiva, la inversión se erige como el catalizador fundamental de este cambio cultural y del desarrollo del sector económico centrado en la regeneración del capital natural. Es a través de una inversión significativa y estratégica que podremos acelerar la implementación de proyectos relacionados con la protección y regeneración de nuestros ecosistemas. Porque de este modo no sólo garantizamos la viabilidad de nuestro futuro compartido, sino que también fortalecemos nuestra conexión con la tierra y aseguramos su cuidado para las futuras generaciones.
Opinión