¿Cómo nace Enrédate?
Enrédate nace gracias a los CEEI, iniciativas muy singulares que continúan pese a la crisis y que han sobrevivido porque tienen una estructura fuerte y, en el caso de Elche, en la Junta están sindicatos, patronal, universidad…
¿Qué diferencias ves entre las últimas ediciones?
Al principio veíamos que la gente llegaba lleno de prejuicios y ahora nadie discute que se pueda generar riqueza y redistribuirla sin emprendedores. Hemos pasado de que el emprendimiento sea una extravagancia a que sea la única oportunidad que tienen muchos jóvenes de crear su propio destino, aunque sin mucha experiencia.
Y además se penaliza mucho el riesgo.
Claro. Somos un país con una cultura que desincentiva el emprendimiento. Por eso por eso creo que los CEEI somos más importantes por lo que evitamos que se haga que por el apoyo que podemos dar, porque evitar una mala inversión a gente que capitaliza todo su paro es evitar un drama social.
¿Y cómo podemos reducir este riesgo en nuestro país?
Si no hay recursos públicos, necesitamos incentivar financiación privada: hay que buscar cauces fiscales que hagan rentable el apoyar proyectos de emprendimiento, unir la universidad y las empresas y generar un marco legislativo atractivo para que el dinero privado se dirija al lado de los jóvenes.
Sin embargo, tampoco la universidad ni la investigación pasan por un buen momento: universitarios en paro, fuga de cerebros…
Yo creo que tenemos que dedicar más parte de nuestro PIB a nuestros investigadores, pero también tenemos que darnos cuenta que la universidad tiene que justificar socialmente su existencia, por su alto coste, y que la forma de justificarla es convirtiendo riqueza y empleo todo el talento que tienen. Así España estará muy cerca de generar industria en la robótica, ingeniería…
Estoy más cerca de las universidades que hacen que los investigadores trabajen para las empresas y generan patentes que aquellas que defienden un cierto clientelismo y no consiguen nada.
¿Y cómo acercar universidad y empresa?
El movimiento tiene que ser tanto de la universidad a los empresarios como de los empresarios a la universidad: los empresarios tenemos que perder el miedo. No obstante, el punto básico es si dejamos que los empresarios puedan decidir también cuáles son las materias que se estudian porque si la universidad forma a profesionales que el mercado no demanda tenemos un grave problema.
En cuanto a la financiación, siempre tema clave: ¿hay que buscar otras fórmulas o esperar que llegue el crédito bancario?
La financiación bancaria no puede ser la principal fuente de financiación del emprendimiento: los grandes ahorradores y los empresarios de éxito deben comprometerse con el destino del país.
No diré que tenemos los ricos más mezquinos del mundo, pero tampoco los más generosos. Por eso es necesario fomentar una cultura del patrocinio y del mecenazgo que en este país no está arraigada, pero que también conlleve el reconocimiento social que merece. Desde luego lo que no ayuda a otras vías alternativas de financiación es la penalizacion del crowdfunding.
Por su experiencia en tantas áreas empresariales, ¿en qué sectores tiene más margen de explotación España?
El turismo interior o el cultural tienen un potencial de desarrollo extraordinario y no sólo hay que estar concentrados en sol y playa, que no durará para siempre. En la industria, creo que hay que apostar por la industria ligera porque mercados como el del calzado son muy complejos y la necesidad de satisfacer la demanda es inmediata. También la agroindustria española puede convertirse en una potencia.
Se ha formado en temas de reputación y marca: ¿podría hacer una reflexión acerca de la Marca España?
La verdad que me irrita que se trivialice los cinco siglos de convivencia de cultura, de arte, de país es una etiqueta. Sin embargo, está demostrado que hay marcas que favorecen la venta y otras que no, pero en España creo que hacemos bien las cosas y la percepción que tienen fuera es mejor que la que tenemos nosotros.
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