“Como organizaciones, abordar necesidades inmediatas no nos puede desviar de los retos a largo plazo”

En un nuevo mundo cada vez más volátil e imprevisible, las organizaciones tienen que aprender a operar teniendo en cuenta unos nuevos parámetros, como las tensiones en la cadena de suministros, los riesgos derivados del cambio climático o la inflación. Este mundo, según se vaticina en el Informe de Riesgos Globales 2023, será completamente diferente en 2030: este estudio se basa en la opinión de 1.300 expertos del Foro Económico Mundial, donde se les pregunta acerca de cómo ven los riesgos en la próxima década, además de en una entrevista realizada a aproximadamente 12.000 líderes empresariales. 

DIRIGENTES entrevista a José María Carulla, director del servicio de estudios de Marsh España y director general de Marsh Risk Consulting, para conocer más en profundidad las consecuencias en el mundo empresarial del contexto económico y político actual y futuro. Carulla resalta la importancia de no cegarse por los riesgos a corto plazo y no perder de vista aquellos que se atisban en el horizonte. Además, apela a que los dirigentes entiendan la importancia de anticipar los riesgos provenientes del contexto mundial y tenerlos en cuenta en la estrategia empresarial. 

La inflación y el aumento del coste de la vida son los principales riesgos a corto plazo. ¿Cómo se deben preparar las empresas? 

Como señalas, los riesgos económicos son los que preocupan muchísimo a corto plazo, sobre todo, en la posibilidad para desarrollar los negocios en cada uno de los países. 

La inflación, sin duda, está encima de la mesa y uno de los aspectos que estamos trabajando es llamar la atención sobre estas tensiones que vienen derivadas principalmente de la guerra en Ucrania que ha impactado en la cadena de suministros, con la escasez de alimentos, que salimos de la pandemia, que nos había tensionado muchísimo la cadena de suministros.

Efectivamente, lo que nos lleva eso desde la perspectiva que estamos trabajando, es que esa tipología de riesgos tienen que estar en el radar de los dirigentes de las organizaciones, ya no solamente para anticiparlos, pero para poder pensar en base a estos riesgos, tres perspectivas: primera, si se diera el riesgo en cuestión, cómo nos afecta a la organización; segunda, en caso afirmativo, cuánto nos afecta; y tercera, si estamos lo suficientemente preparados para tener plan de actuación. 

Está claro que ahora, que nos ha venido de sopetón, se tensa muchísimo la capacidad de reacción de las organizaciones. Y ahí se acuña ese término de la “resiliencia” de las organizaciones y para nosotros, lo fundamental cuando tenemos el riesgo encima de la mesa, es gestionarlo. 

¿Me puede decir alguna medida concreta que pueden hacer las empresas para adaptarse a este escenario tan volátil? 

Digamos que, ahora ya lo tenemos encima, como cualquier medida empresarial, entender bien los impactos en las estructuras de las organizaciones, para ver cómo se puede absorber y encontrando el balance entre la actitud de compra de nuestros consumidores con respecto a los productos. 

Estamos hablando mucho de la robustez de la cadena de suministros y acercarlas a las plantas productivas. Pero estar pensando en los sistemas de continuidad de negocio, nuestros planes de contabilidad y de respuesta, sería una de las palancas a considerar por las organizaciones. Donde hemos tendido tradicionalmente a un mundo donde la eficiencia de costes imperaba, igual tenemos que avanzar a primar la resiliencia, es decir, la sostenibilidad de nuestra cadena de suministros, que nos permita afrontar estas situaciones. 

A largo plazo, el informe indica que casi todos los riesgos están relacionados con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la destrucción de ecosistemas… Me gustaría preguntarle cómo se compagina el crecimiento económico con esta situación. 

Este es uno de los puntos que el informe destaca. Ahora tenemos unas necesidades y una situación macroeconómica determinada que nos obliga a tomar ciertas decisiones que nos desvíen la atención de los retos que tenemos a largo plazo. Los riesgos climáticos llevan una década posicionándose entre los riesgos más importantes a largo plazo, incluso ya no solo es la preocupación por la inacción al cambio climático, sino que se incorpora la incapacidad para adaptarnos al cambio climático, como si ya lo diéramos por hecho. 

Uno de los retos que tenemos es que la emergencia que nos está llevando en estos momentos no nos impida ver que las decisiones que tomemos van a afectar sobre la mitigación o reducción del cambio climático.
Existen muchos marcos regulatorios, como puede ser el Task Force on Climate-Related Financial Disclosures (TCFD), que demanda que las organizaciones tomemos medidas enfocadas a prevenir el impacto del clima y entender cómo esto puede suponer un riesgo para la viabilidad de nuestros negocios. Además, recientemente se está incorporando el Taskforce on Nature-related Financial Disclosures (TNFD), que es como el anterior pero referido a los recursos naturales. 

En el informe indica que las categorías en las que las compañías se sienten peor preparadas para afrontar riesgos son las relacionadas con la crisis climática. ¿Qué pueden hacer las empresas para adaptarse y mejorar su gestión? 

Esto son temas que requieren soluciones globales. Nosotros trasladamos este informe del Foro Económico Mundial, porque ahí los grandes empresarios, los representantes de grandes organizaciones y de instituciones públicas y privadas del sector académico, se reúnen para discutir acerca del futuro y para ver cuáles pueden ser las piedras en el camino. 

Empezamos por ahí y eso lo que tiene es que generar un marco de gobernanza que permita que las organizaciones podamos actuar adecuadamente. Existen desarrollos normativos, como los que he señalado antes, que invitan a las organizaciones a empezar a plantearse en sus decisiones estratégicas estos nuevos criterios. Gracias al TCFD, el sector financiero ya está empezando a emitir ciertas condiciones de financiación favorables a aquellas empresas que están incorporando en sus decisiones estratégicas criterios de sostenibilidad y de protección del clima. Lo mismo pasará con esta nueva normativa de recursos naturales. 

Esto nos supone dedicar recursos adicionales y que pueda impactar en el corto plazo a la rentabilidad de nuestras operaciones. Pero estamos buscando que, de alguna manera, esta menor rentabilidad se vea compensada en un futuro porque seguimos disponiendo de unos recursos naturales para poder realizar nuestros productos y los consumidores, que van incorporando estos criterios en las decisiones de compra.

Me gustaría preguntarle también por el término “decrecimiento sostenible”. ¿Cree que se podría lograr? 

Es un gran reto que no depende solamente de las organizaciones individuales, ni incluso de los países o las áreas geográficas, sino lo que tiene que existir, de alguna manera, es un convencimiento general de que tenemos que evolucionar hacia esa tendencia. La posición internacional y salir de posiciones individualistas para que todos avancemos en la misma línea, sin duda ayudaría. 

Atendiendo a la crisis de recursos, no solo de materias primas y alimentos, sino también de minerales raros, nos tiene que invitar a hacer un uso más eficiente de esos materiales. Esto debe invitar a que, con la innovación y el esfuerzo colectivo, encontremos esas vías que nos permitan avanzar hacia ese modelo en el que tanto la producción, como el consumo y la reutilización no consuman de una manera tan intensiva los recursos del planeta y garantizar que podamos avanzar hacia esa sostenibilidad. 

¿Qué tipo de perfiles profesionales pueden estar más demandados en este mundo que se vislumbra en el informe a diez años? 

Una de las conclusiones de pasadas ediciones del informe de riesgos es la transformación tecnológica que hemos experimentado en tan poco tiempo, en la que nos hemos tenido que adaptar al teletrabajo, ha puesto de manifiesto la enorme necesidad de transformarnos como personas, ya que no implicaba cambiar de trabajo, sino de adaptar nuestras capacidades. 

Creemos que será muy interesante que las skills que tengan nuestros profesionales, incluya sobre todo esta visión de la capacidad del análisis de ver cómo esta volatilidad nos ayude a pensar anticipadamente en cuáles pueden ser las posibles consecuencias de determinados riesgos. Por lo tanto, el perfil que tenga capacidad analítica, donde el big data tiene que jugar un rol fundamental para anticipar hechos y buscar soluciones, es un perfil que tiene que seguir creciendo. Además, están todos los perfiles técnicos y ciertas actividades de soporte que vamos a tener que seguir desarrollando. 

Esta transformación lleva implícita la dependencia digital y la aparición de riesgos como la ciberseguridad. ¿Están las empresas preparadas para este nuevo mundo? 

Las empresas no deben bajar la guardia, porque es un riesgo que acecha constantemente. No se debe dejar de invertir en seguridad y que la formación y el grado de concienciación de los usuarios sea grande, ya que es el principal punto débil de la cadena (los errores humanos) y plantearnos que el uso de la privacidad de la información, que es uno de los principales activos que tenemos, sigue estando dentro de nuestros principios empresariales para protegerlo y preservarlo. 

En cuanto a la fragmentación geopolítica actual, ¿cómo se pueden adaptar las empresas a este nuevo escenario? ¿Continuará la tendencia de revertir la deslocalización de las últimas décadas? ¿Podrán las empresas seguir operando a escala global? 

Aquí entran muchos factores. Hemos pasado de un momento en el que la globalización parecía la única forma de incrementar nuestra eficiencia, a un entorno completamente diferente como si fuera un péndulo y quisiéramos localizarlo más hacia la cercanía. Yo creo que ni un extremo ni el otro. Tenemos que encontrar ese término medio donde nuestras cadenas de suministros sean lo suficientemente robustas, donde realmente podamos tener alternativas. 

Además, las organizaciones tenemos que tener nuestros planes de continuidad de negocio actualizados y bien dimensionados para ver cómo responder a ciertas necesidades. Tenemos que revisar estos elementos fundamentales de nuestros negocios y encontrar ese equilibrio buscando esas fuentes alternativas, pero no debemos demonizar la globalización, sino que tenemos que plantear cómo el equilibrio nos permitirá pasar de la eficiencia que comentábamos a la resiliencia, a esa economía circular donde podamos responder a nuestros clientes, al tiempo que aseguramos que, es económica y financieramente viable para las organizaciones. 

En el informe también se señala que la tecnología puede exacerbar las desigualdades. ¿Cómo se puede mitigar este efecto? 

La tecnología, que está llamada a aunar a todas las personas y economías, no tiene la misma penetración dependiendo de la realidad de cada uno de los países o regiones. Por ejemplo, las transformaciones industriales grandes, como consecuencia de la aplicación de energías limpias en países que están utilizando energías más contaminantes. Transformar esos países, cuando no tienen los recursos o la capacidad de inversión necesaria, lo que puede ocasionar es que haya países que evolucionen muy rápidamente hacia la recuperación económica y que otros se queden estancados. 

Este también es un reto global. Se necesita una cooperación que transcienda fronteras y que permita entender cada uno de los puntos y encontrar una transición adecuada que permita que todos salgamos beneficiados.

Directivos>Gestión y Liderazgo

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