A lo largo de la historia, la transformación de los métodos de trabajo ha suscitado tanto partidarios como detractores. En muchas ocasiones, aquellos que se oponían estaban influidos por el temor al cambio y a la posibilidad de no adaptarse, o incluso por el miedo a perder sus empleos. Uno de los ejemplos más ilustrativos de esto surgió en la revolución industrial con los ludistas, los artesanos textiles de Reino Unido que a comienzos del S. XIX pusieron en jaque al país, llevando a cabo una revolución sin precedentes contra las nuevas fábricas textiles que les hacían temer por el futuro de su trabajo.
En el contexto actual, este temor ha resurgido con la irrupción de la inteligencia artificial y su potencial impacto en el futuro del empleo, donde se suelen encontrar dos opiniones bastante diferenciadas: por un lado, quienes ven la IA como una oportunidad de crecimiento y uno de los avances más espectaculares de nuestra época; por otro, aquellos de perspectiva más catastrofista, que la visualizan como la antesala del fin del mundo. Bromas aparte, es evidente que la inteligencia artificial está suponiendo un cambio de paradigma que no podemos ignorar. Por ese motivo, creo que, ante la incertidumbre, siempre hay que explorar y adaptarse; cualquier cambio o innovación conlleva un aprendizaje y una parte positiva que seguro nos hará evolucionar.
Digitalización y factura electrónica: Una oportunidad para brillar como asesor
Con la inteligencia artificial como telón de fondo, pero volviendo a la realidad del tejido empresarial español, nos encontramos con sectores empresariales que no estaban altamente digitalizados y, ahora, empujados por la velocidad de los cambios tecnológicos, están digitalizando gradualmente sus operaciones diarias para aumentar la eficiencia. Algunos con el temor de que, al aplicar la tecnología, el valor que ellos aportaban, se verá mermado al ser sustituidos por una máquina.
Un ejemplo es el sector de los asesores y despachos profesionales, donde se observa un notable aumento en la digitalización, impulsado por dos factores clave. Por un lado, el crecimiento exponencial de los software de gestión empresarial que ha transformado la manera en que se llevan a cabo las tareas administrativas y financieras. Por otro lado, la próxima implementación de la obligatoriedad de la factura electrónica, que ha generado la necesidad imperativa de digitalizarse, tanto para cumplir con la legislación vigente como para satisfacer las demandas de los clientes.
En un reciente estudio sobre el estado de las asesorías en España, llevado a cabo por Cegid, encontramos algunas respuestas que ponen de manifiesto esta polaridad en la relación con la tecnología. Por ejemplo, el 54% de los encuestados – entre el segmento de las pequeñas asesorías – declaraba no conocer las obligaciones que se imponen en cuanto a digitalización con la entrada en vigor de las leyes “Crea & Crece” y “Antifraude” (leyes impulsoras de la factura electrónica y Verifactu, que afectan de lleno al asesor y su trabajo diario). Por otro lado, cuando se les preguntaba sobre la factura electrónica, un 15% afirmaban que aconsejaron a sus clientes no implementarla hasta que no fuera obligatoria, seguido de un 30% que explicaba que no ofrecía asesoramiento a sus clientes sobre esos temas. En el lado opuesto, otro grupo de asesores – inferior al 3% entre las pequeñas asesorías, pero un 33% entre las más grandes-reconocía haber llegado a un acuerdo con una empresa de software para ofrecer un descuento a sus clientes si estos adquirían el software de facturación de esa compañía y, de este modo, estar integrados con el ERP de su asesoría.
Este caso ejemplifica, claramente, dos formas de afrontar un cambio de paradigma en la manera de trabajar: “Huir” e ignorarlo o, por el contrario, adaptarse y capitalizar la nueva situación en beneficio propio. Considerando que esta implementación es inevitable debido a la normativa, lo más sensato será explorar cómo aprovecharla y adaptarse a la situación.
La factura electrónica agiliza el trabajo del asesor de manera extraordinaria: le permite acceder instantáneamente a la información financiera de sus clientes, facilita una comunicación más efectiva entre ambos y reduce significativamente la posibilidad de errores humanos, entre otras cosas. Es decir, la factura electrónica no es simplemente un cambio en la forma en que se emiten y reciben las facturas; es una herramienta que potencia la labor de los asesores fiscales.
Pero esta tesitura no es nueva para el sector de las asesorías. Algo muy similar ocurrió cuando apareció en 1988 el “Programa PADRE” y en 2016 “Renta Web”, sendas herramientas para la declaración de la Renta. En ambos momentos, se habló de que el papel del asesor quedaría relegado a un segundo plano y, sin embargo, hoy es el día en que, durante la temporada de la declaración de la Renta, los asesores continúan siendo muy demandados. Ahora bien, no tanto para elaborar declaraciones desde cero, sino para ofrecer orientación experta sobre la mejor manera de presentarlas.
En definitiva, la automatización de la facturación – o de cualquier otro proceso susceptible de ser digitalizado – libera de tiempo a empresas y asesores de tareas administrativas repetitivas, permitiéndoles enfocarse en aportar valor añadido a sus clientes como, por ejemplo, dando un servicio personalizado, tomando decisiones informadas, diseñando estrategias fiscales más avanzadas, ofreciendo una planificación financiera experta u otros servicios personalizados. Entonces, debemos entender la factura electrónica y Verifactu como herramientas que facilitan el trabajo del asesor y ofrecen una oportunidad para mejorar su competitividad, hacer crecer su negocio y aportar un valor diferencial a sus clientes, más allá de la simple gestión administrativa. El siguiente paso, será la inteligencia artificial.
Opinión