A lo largo de los últimos años, la industria foodtech ha ido creciendo de forma sostenida en España. Gran parte de la responsabilidad recae sobre las importantes rondas de financiación que han recibido compañías del ámbito del delivery como Glovo. No obstante, la diversificación también se está convirtiendo en una cualidad para un buen número de proyectos que se están posicionando como importantes referentes del sector. Prueba de ello es Heura en el mundo plant-based; Biome Makers y Qualitas Health en AgTech; Cubiq Foods, que trabaja en la línea de las grasas alternativas con técnicas de cultivo; Novameat, con su sistema de impresión de análogo cárnicos en 3D o Cocuus, que utiliza una técnica de bioimpresión de alternativas a la carne o al pescado.
Según el informe Foodtech in Spain: Moving the Spanish Food System Forward, impulsado por ICEX, este sector se consolida como el motor de la industria alimentaria: entre 2021 y 2020 se produjo un crecimiento del 220% y un importe de 695 millones de euros que triplica la cifra invertida en el año 2020. ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? Beatriz Romanos, autora de Foodtech. La revolución de la industria agroalimentaria, comenta a DIRIGENTES que este campo ha pasado de ser una actividad de nicho y experimental a un sector “floreciente de indudable atractivo por las oportunidades que brinda y por su potencial de influencia en muchos aspectos de nuestras vidas”. Y la tendencia de las cifras lo corroboran: “Se ha convertido en un foco de innovación para transformar un ámbito esencial, estratégico y de atracción de capital que se ha multiplicado por 10 en menos de una década”.
Para explicar los hitos que han hecho emerger esta industria, la experta se centra en tres factores fundamentales que engloban los retos a los que se enfrenta, la convergencia tecnológica y el binomio consciencia-conveniencia en el que se encuentra inmerso el consumidor. En relación con la seguridad de acceso a la alimentación, Romanos señal que, actualmente, casi un 10% de la población mundial pasa hambre o sufre desnutrición crónica -822 millones de personas-. Por ello, sostiene que, al considerar el incremento estimado de la población, “esta situación ya dramática, se agravará mucho más”.
Frente a esta afirmación, también destaca que las principales enfermedades no contagiosas están relacionadas con la alimentación, tales como la obesidad, diabetes, enfermedades coronarias y cáncer. Y, de hecho, “la Unión Europea estima que, una de cada cinco muertes en la región, se pueden atribuir a dietas poco saludables”. Mientras que, el sistema alimentario, en el que también están incluidas la producción, distribución y forma de consumo, “tiene un importante impacto en el medioambiente y en el cambio climático”, por lo que “buscar fórmulas para producir más alimentos, con menor impacto y ser más eficientes y sostenibles es un imperativo”.
Por otra parte, la alimentación no es ajena a los avances tecnológicos que están produciendo un cambio de paradigma con la aparición de modelos de negocio disruptivos. Y es aquí donde se erige el nuevo papel del consumidor, motivado por las nuevas tendencias que lo han transformado en una persona “más consciente del impacto de los alimentos en su salud, su bienestar y en el medioambiente”. Diferentes motivos por los que ahora demanda “productos adaptados a estas inquietudes”.
Beatriz Romanos, autora de 'Foodtech. La revolución de la industria agroalimentaria'
Una fuente de crecimiento para las empresas
Esta industria representa una oportunidad para el ecosistema laboral que la experta divide en dos vías. Por una parte, “propicia un entorno adecuado para el emprendimiento y creación de nuevas empresas”. Y, en segundo término, “genera nuevas necesidades de talento tanto en las compañías de nueva creación, como en aquellas consolidadas que necesitan incorporar perfiles nuevos”. Para lo cual, considera que también es necesario que de manera paralela se desarrolle una bolsa de profesionales cualificados acorde con las nuevas necesidades.
La autora de La revolución de la industria agroalimentaria tiene claro el potencial del foodtech y aporta numerosos ejemplos. Algunos de estos son su impulso a la sostenibilidad, la lucha contra el desperdicio alimentario, la reducción de los insumos y agua necesarios para el cultivo, el avance en el cuidado de la salud del suelo, la eficiencia de las cadenas de suministro, la mejora de relación con los clientes o la experiencia de usuario en el retail o en el restaurante.
Además, unido al punto anterior, Beatriz Romanos también sugiere que algunos de los desarrollos con mayor potencial que están transformando este campo tienen una importante relación con los avances tecnológicos. Dos ejemplos son la información accesible y veraz sobre la trazabilidad y el valor nutricional de los alimentos que presenta un gran potencial gracias al blockchain y el desarrollo de estrategias predictivas de demanda que es posible realizar con big data. Asimismo, la irrupción del mundo phygital, los universos virtuales o la robótica de alta precisión marcarán el cambio de paradigma, sin olvidar que la inteligencia artificial como tecnología transversal es la encargada de optimizar todas las anteriores.
Tal y como reconoce la autora, aunque España es una potencia agroalimentaria y gastronómica, en el ámbito foodtech “todavía debería desarrollarse más” si queremos alcanzar a otros hubs de referencia como Israel, Países Bajos, Alemania o Reino Unido. Por ello, ante retos “grandes”, “urgentes” y donde “la velocidad a la que se suceden los cambios y evolucionan las tecnologías es tan rápida”, se impone una nueva mentalidad y nuevas formas de trabajar “ágiles”, “flexibles” y con marcos de trabajo “colaborativos”. En definitiva, el propósito final debe ser “lograr un sistema de alimentación más seguro, accesible, eficiente, resiliente y sostenible”.
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