Los datos macroeconómicos son sólidos actualmente en casi todas las partes del mundo. El índice ISM ha regresado a máximos en EEUU, los índices PMI también están bien encaminados en Europa, China ha dejado de ser una preocupación e incluso el crecimiento de Japón parece que vuelve a ponerse en marcha, aunque lentamente. Las cifras microeconómicas también están siendo bastante sólidas desde comienzos de año y por primera vez en mucho tiempo no se están produciendo revisiones negativas de los beneficios empresariales futuros. Al mismo tiempo, la inflación está repuntando gracias al efecto de base positivo de los precios del petróleo, con un impacto negativo en los tipos, lo cual es positivo para los bancos. Parece, por tanto, que mirando a largo plazo, lo que los bancos de inversión denominan reflation trade, todavía tiene sentido. Sin embargo, esto puede no ser tan simple en los mercados. En primer lugar, estos parecen ser complacientes, descontando riesgos muy bajos incluso aunque las incertidumbres siguen siendo bastante elevadas en algunas áreas. Desde la elección de Donald Trump, los mercados han sido alcistas, esperando recortes de tipos, gasto en infraestructura, etc, y todas estas medidas han sido un catalizador para el reflation trade. De hecho, los inversores han estado descontando a “Trump sin las cosas malas”. Con el techo de deuda comenzando a ser un problema y las expectativas tan elevadas, los mercados pueden sufrir una decepción en este sentido en los próximos meses. En segundo lugar, las valoraciones no están baratas en determinadas clases de activos. Sabemos que éstas pueden permanecer altas durante bastante tiempo y que elevadas no son un catalizador para la corrección, pero a largo plazo, reducen los rendimientos esperados. La renta variable de EEUU, por ejemplo, parece cara y algunos segmentos de los mercados de crédito no son ninguna ganga. Considerando los niveles actuales, los asuntos a largo plazo y que el positivo efecto de base en la inflación está comenzando a desvaneceserse, creemos que los tipos a largo plazo en EEUU podrían comenzar a estabilizarse o descender a medio plazo. Además, los tipos son más elevados que en la mayoría del resto de países desarrollados. Con los precios actuales, no hay demasiado riesgo en tener posiciones de 10 a 30 años de duración. Este análisis no es válido para la Zona Euro o Reino Unido, con los tipos reales negativos y el mercado descontando políticas muy acomodaticias durante mucho tiempo. Los mercados emergentes también parecen ser un lugar razonable para invertir actualmente, tanto en renta variable, como en renta fija. El dólar está bastante alto frente a la mayoría de las divisas y sobrevalorado frente a otras muchas, lo que significa que el riesgo de ver un rally del dólar que sería negativo para los mercados emergentes parece bajo. Hemos visto flujos negativos de 2013 a 2015 en esta clase de activo, lo que significa que los inversores no están demasiado expuestos a este área. Además, las valoraciones en la mayoría de los mercados emergentes son más interesantes que en la mayoría de los países desarrollados (a excepción de la deuda corporativa). Las Bolsas del Viejo Continente parecen relativamente atractivas en términos de valoración, posicionamiento y dinámicas micro y macroeconómicas y deberían ofrecer recompensas a los inversores a medio plazo. Pero la política podría tener un efecto negativo, al menos para determinados periodos de tiempo breves. Las elecciones francesas, los potenciales comicios en Italia, la cita con las urnas de Alemania y las discusiones sobre el Brexit… todos esos eventos podrían hacer que Europa sufriera potencialmente. Dicho esto, seguimos siendo positivos con la renta variable europea, pero sabiendo que podría haber periodos volátiles. La Française Asset Management.
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