Europa está donde está, en un escenario de deflación, porque sus dirigentes políticos han provocado esta situación, en connivencia con las entidades financieras. De esta situación sólo se puede salir por una vía: el impulso de reformas estructurales que permitan una drástica reducción de la deuda, del déficit y del gasto público, para dar paso al fomento del crédito a familias y a empresas, y a la creación de empleo.
La inyección de más liquidez al sistema no es la solución para reducir una abultadísima deuda que pesa como una losa en los Estados. Sólo es un parche.
La canciller alemana, Angela Merkel, que ha dado su visto bueno a la última medida del Banco Central Europeo (BCE) de inyectar 1 billón de euros al sistema hasta septiembre de 2016, siempre ha defendido que para que los países de la Zona Euro salgan adelante hay que llevar a cabo reformas estructurales. Pero esta inundación de liquidez, lamentablemente, corre el riesgo de quedarse de nuevo en manos de los bancos.
El presidente del BCE, Mario Draghi, persigue el objetivo de crear inflación, y que ésta se acerque al entorno del 2% (eso sí, sin superarlo). Pero esta inyección de dinero no sirve de nada si no permite atajar los problemas estructurales de los países.
La pregunta que se hace ahora el mercado es si la medida de Draghi hará el mismo efecto del QE de la Fed en Estados Unidos. Y la respuesta es que, seguramente, no. La diferencia es que Estados Unidos es un solo país, con unas mismas regulaciones y el dinero empleado en el QE fue directamente al mercado y a las empresas.
La Zona Euro, en cambio, está compuesta por 19 países, cada uno con diferentes legislaciones internas, lo que dificulta más un intento de regulación común que beneficie a todos los países por igual. Por otra parte, no hay que olvidar que Draghi ya inyectó 400.000 millones de euros al sistema, siempre con el mismo objetivo: reactivar la economía, algo que no ha ocurrido. Y además esta inyección tenía un condicionante: que los bancos facilitaran el crédito a las empresas, algo que tampoco ha ocurrido.
Con esta esta última inyección de 1 billón de euros, Draghi está engordando la burbuja de liquidez. Una burbuja que, antes o después, va a estallar.
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