La paremiología, la disciplina que se ocupa del estudio del origen y significado de los refranes, proverbios y dichos populares nos señala que sobre la frase de Unamuno “el progreso consiste en renovarse” el pueblo hizo suyo el archiconocido refrán “renovarse o morir”.
Transformarse para renovarse e intentar no morir es lo que llevan haciendo los medios de comunicación toda la vida. Desde la aparición de las primeras ediciones de periódicos digitales a finales de los años 90 con la expansión de internet en España, con más profusión si cabe. De ahí la importancia de la cultura de la transformación en las empresas en general y de los medios en particular. Una cultura basada en la innovación y en la consideración de que el mundo está en constante cambio y que por tanto las empresas deben ser capaces de poder adaptarse a ese cambio.
La transformación siempre presenta importantes retos, como la oposición al cambio dentro de las organizaciones, la escasez de recursos destinados a la innovación y la competencia que surge debido a la entrada de empresas nuevas que suelen ser más ágiles, innovadoras y adaptadas a las nuevas tecnologías.
Estos desafíos hacen necesario establecer una visión clara para la transformación, asegurando que sea compartida y aceptada por los empleados, así como proporcionar a la organización las herramientas y recursos necesarios para alcanzar sus objetivos.
En los últimos 25 años, los medios tradicionales (prensa, radio y televisión) han asistido, a veces impasibles, a la fragmentación de sus audiencias en favor de los medios digitales como los sitios web, las redes sociales y las aplicaciones.
Los medios impresos han sido los mayores perjudicados, obligados a una continua reducción de paginación y plantillas. Y, aunque con sus versiones digitales han apostado algunos por la publicidad, otros por la suscripción y otros por fórmulas híbridas, están lejos de replicar el modelo de negocio previo a la digitalización. Además, la economía de costes en el entorno digital ha derivado en la proliferación de competencia nativa que ha fragmentado las audiencias con la consiguiente dilución de la influencia.
La radio al menos, en su versión generalista, es el medio tradicional que mejor ha soportado el impacto de la digitalización. Al basarse en concesiones no ha sufrido la feroz competencia de nuevos jugadores nativos, y ha conseguido trasladar parte de su audiencia analógica al mundo digital para coexistir en ambos territorios. Tampoco su modelo de negocio ha sufrido cambios profundos toda vez que el mercado publicitario de la radio se sigue asignando a través de una herramienta analógica como es el Estudio General de Medios.
El desafío de la digitalización ha obligado a las cadenas de televisión a adaptarse y a encontrar nuevas formas de generar ingresos complementarios a la publicidad, apostando por la diversificación y por modelos de streaming de suscripción.
Pero la transformación continua y el mundo sigue en constante cambio. Si la introducción de internet y la proliferación de los teléfonos inteligentes nos parecen hitos revolucionarios, la nueva gran transformación de la sociedad y de los medios vendrá de la mano de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG). Una nueva disrupción tecnológica que acelerará el cambio transformando el trabajo de las personas y los procesos, desde la misma generación del contenido, la distribución, la publicidad y la forma que tenemos de consumir los medios.
Considerando el enfoque del modelo de negocio de los medios de comunicación, el conflicto relacionado con los derechos de propiedad intelectual se perfila como el principal y más importante obstáculo normativo a superar.
Como es altamente improbable que la IAG sea la causa de la desaparición de los medios de comunicación. Solo les queda renovarse y seguir transformándose. Es imperativo que extraigan la lección de los errores cometidos en el reciente pasado (que son muchos) para no sufrir la condena de volver a repetirlos.
Opinión