La británica Carillion entra en liquidación

La compañía británica de construcción y gestión de servicios Carillion ha anunciado este lunes su entrada inmediata en liquidación forzosa. El motivo de esta decisión son su incapacidad para hacer frente a sus deudas, a pesar de tratarse de uno de los principales grupos de obra pública y servicios a las administraciones británicas. Carillion, que se fundó hace dos siglos y actualmente da trabajo a unas 20.000 personas en Reino Unido y 43.000 en todo el mundo, no ha conseguido sumar los apoyos financieros necesarios para poder mantener sus operaciones mientras hace frente a una deuda estimada en torno a los 1,68 billones de euros. El diarios económico inglés Financial Times asegura que, a lo largo del pasado fin de semana, la directiva de la constructora ha contactado con sus entidades acreedoras, las británicas HSBC y RBS y la española Santander UK, para intentar que le otorgasen un crédito de más de 300 millones de euros. Sin embargo, los bancos han rechazado conceder más financiación a Carillion sin la implicación directa del Gobierno británico, principal cliente de la compañía constructora. El presidente del grupo constructor, Phillip Green, ha reconocido que no han conseguido concretar apoyos que permitan asegurar la sostenibilidad de la compañía. A pesar de esta falta de apoyo público, Green ha asegurado este lunes que el Ejecutivo de Theresa May «facilitará la financiación necesaria para mantener los servicios públicos realizados por el personal de Carillion, las firmas subcontratadas y sus suministradores». Con la bancarrota de Carillion, el Gobierno británico tendrá que aportar financiación adicional para poder mantener 450 contratos públicos en sanidad, educación, infraestructuras penitenciarias, autopistas de peaje y ferrocarril, entre ellos la línea de tren High Speed 2, que conectará Londres con las Midlands a través de Birmingham cuando acabe su construcción. Entre las obras más destacadas realizadas por Carillion, se incluyen la pinacoteca Tate Modern y el auditorio Royal Opera House, ambos en Londres, la renovación de toda la red ferroviaria británica desde 1999, la línea de Alta Velocidad ferroviaria High Speed 1, que une la capital con el Canal de la Mancha, el metro de Copenhague o el Parlamento y la Gran Mezquita de Oman. Los problemas financieros de Carillion saltaron a la prensa en julio, cuando diversos pagos y recargos de su división de construcción motivaron un retroceso bursátil que hizo desaparecer tres cuartas partes de su capitalización durante el mes de agosto. Estas fluctucaciones supusieron su expulsión del selectivo FTSE 250 Index de la bolsa de Londres y la dimisión de cinco de sus principales dirigentes tras no conseguir nuevas líneas de financiación para reflotar la compañía. A pesar de los rumores de compra por parte de empresas de Oriente Medio, finalmente Carillion no ha conseguido atraer nuevos inversores. Ahora, la primera ministra Theresa May debe afrontar la complicada misión de sustituir a Carillion en los 450 proyectos públicos en los que participaba y todo ello sin mayoría suficiente para decretar nuevos estímulos financieros ni capacidad diplomática para pedir respaldo a constructoras comunitarias. El Partido Laborista y los sindicatos, que llevaban meses alertando de la quiebra de Carillion, han exigido responsabilidades al Gobierno por haber seguido adjudicando proyectos públicos a la compañía a pesar de su evidente crisis. Esta situación podría favorecer la actividad de proveedores foráneos como Ferrovial, Acciona, FCC o ACS, ya presentes en las islas, y que habían sido derrotados por Carillion en el concurso para hacerse con la concesión del High Speed 2 hace solo seis meses.

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