La calma de China podría no durar

Mucho ha llovido desde que China cerrará 2015 como el año con el ritmo de crecimiento más lento de los últimos 25 años (6,9%). Tanto que la mejora del 6,7% del PIB en 2016 sí convenció a los mercados que, gracias al compromiso de las autoridades con los estímulos económicos y a las medidas del banco central, habían descartado la posibilidad de un ‘aterrizaje forzoso’ y creían ya en una transición ordenada de las manufacturas a los servicios… aunque no sin baches… Rebajadas las expectativas (el Fondo Monetario Internacional prevé que en 2017 el repunte sea del 6,2%), controlado el tipo de cambio del yuan y estabilizada la fuga de capitales, lo cierto es que aún se mira de reojo al elevado endeudamiento y al sector financiero, concretamente, a la banca en la sombra… Sin embargo, las preocupaciones en torno al proteccionismo de Trump, la divisa o las salidas de dinero, el apalancamiento o la sobrecapacidad “se han vuelto menos urgentes”, reconoce Capital Economics. Pues la retórica del presidente de EEUU se ha suavizado, la moneda se mantiene frente al dólar y “la mejora de los resultados empresariales ha dado un respiro a los prestatarios”. Ahora bien, la firma cree que “está calma en torno a China puede no durar, pues es probable que la fuga de capitales aumente y el yuan se vea presionado si el ‘billete verde’ se fortalece nuevamente, lo que consideramos probable más pronto que tarde”. Al mismo tiempo, el republicano puede cambiar su discurso hacia el gigante asiático en cuanto le venga bien. Consideran estos expertos que la fortaleza actual no se mantendrá, “incluso sin choques externos. Pues el fuerte rebote provocado por las políticas de flexibilización ha elevado el crecimiento por encima de la tasa sostenible. A medida que disminuya la capacidad cíclica, la mejora inevitablemente se ralentizará, un proceso que se verá acelerado por el reciente endurecimiento monetario y fiscal y los controles sobre el inmobiliario”. Las perspectivas, añaden, “depende de las reformas estructurales. Si las autoridades se dan prisa a la hora de abordar la acumulación de deuda y la consiguiente asignación de recursos al permitir que las empresas estatales ‘caigan’, entonces el crecimiento de China podría estabilizarse en torno al 4% ó 5% en la próxima década”. Sin embargo, reconocen, “hay pocas señales de que estén dispuestos a hacerlo. Por el contrario, el creciente endeudamiento intensificará la presión sobre el sistema financiero en los próximos años. Aún cuenta con herramientas para afrontar una crisis sistémica, pero el manejo con éxito de los riesgos se volverá más difícil a medida que los balances se deterioren. E, incluso si se evita una crisis, la mala asignación de recursos daría lugar a una desaceleración del PIB hasta el 2% en los siguientes diez años”.

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Fuente: Capital Economics.
En este sentido, la agencia de calificación crediticia Fitch cree que los objetivos establecidos durante la Asamblea Popular Nacional (NPC por sus siglas en inglés) ponen de manifiesto que “las metas a corto plazo siguen siendo prioritarias, a expensas de los peligros a medio plazo”. China prevé alcanzar un crecimiento de “alrededor del 6,5% en 2017” y, actualmente, apuntan la economía “atraviesa un fuerte momentum, con los datos mostrando una mejora de las ventas de viviendas, un repunte en la inversión y una desaceleración moderada de las ventas minoristas”. Esperan estos analistas que el PIB se mantenga fuerte en un 6,3% este ejercicio, “pero los esfuerzos para mantener la economía creciendo a su ritmo actual aumentarían los riesgos financieros”. Recordemos que en su alerta sobre una posible corrección en Bolsa, Goldman Sachs no se olvidaba de China como posible catalizador, junto a la política europea y estadounidense o las materias primas.

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