La digitalización del sector energético

Si se trata de buscar algún tema de actualidad, al menos en el sector energético, muchos coincidirán conmigo en que este no puede ser otro que el asunto de la digitalización. Esto está de moda, no lo podemos negar, todo el mundo habla de digitalización en el sector energético. Hace poco leía en prensa que una gran empresa energética tenía previsto invertir más de 3.000 millones de euros hasta 2020 en digitalización. Parece que la cosa es seria. Hace unas semanas, coincidí en un aeropuerto con un directivo de una empresa competidora y me dijo que venía de una reunión interna sobre el tema de la digitalización. Días más tarde recibí una llamada para participar de ponente en un Congreso que se está montando en Madrid en noviembre sobre la digitalización. En primera instancia acepté, pero cuando me dijeron que tenía que hablar sobre el blockchain, tuve que dar un paso atrás y pedir que me pusiesen simplemente de moderador del panel. Porque una cosa es haber oído hablar del blockchain y otra muy distinta es saber explicarlo y mucho más complicado saber para qué sirve y por qué va a cambiar de una forma definitiva el intercambio de información, no sólo en el sector energético, sino en infinidad de sectores y aplicaciones que usamos diariamente. No dudo en que algún conocido, por no decir amigo, introducirá esto del blockchain en alguna cena veraniega. Si uno trata de profundizar un poco más y ojea algunos informes de los principales bancos de inversión y consultoras estratégicas, se da cuenta de que todo el desarrollo tecnológico asociado a la digitalización implica mucho más. Se está hablando de cómo será en el futuro el mundo de la comercialización de gas y electricidad. De si existirán las comercializadoras tal y como hoy se entienden, qué pasará con el vehículo eléctrico, evolución de la capacidad de las baterías, el impacto de la infinita cantidad de información de que dispondremos a través de los contadores inteligentes (smart meters), la generación distribuida, la participación de las renovables de pequeña potencia (paneles solares en viviendas, etc) o la venta entre particulares (peer to peer). Imaginen que ustedes tienen unos paneles solares instalados en su vivienda y pueden vender la energía excedente que no usan a su vecino (millones de transacciones económicas generadas entre particulares). O simplemente que cuando carguen su vehículo eléctrico en una estación de servicio (odio el término gasineras y más aún el de electricineras), el cargo se haga contra el contrato de electricidad en la que se carga la electricidad de su vivienda. He tenido la ocasión de tratar durante las últimas semanas el tema con expertos en la materia, sobre todo gente relacionada con el mundo del big data y las apps, y la sensación que he sacado, a falta de seguir profundizando, es que ni ellos mismos conocen la dimensión del cambio que se avecina en el sector. Las empresas tenemos ya una ingente cantidad de información registrada en nuestras bases de datos, y estamos coqueteando con nuevas tecnologías en distintas áreas para la optimización de costes y anticipación de problemas, el caso es que muchas veces no sabemos bien qué hacer con toda esa información. Lo que está claro es que cada vez más los clientes, ya muchos de ellos “nativos digitales”, exigirán un nivel de servicio no visto hasta ahora, y que las relaciones entre las partes pueden ser muy diferentes a las que estamos habituados, para lo cual las empresas energéticas deberán anticiparse incorporando nuevos perfiles de profesionales, de los cuales de algunos de ellos en la actualidad no sabemos ni cómo nombrar (científicos de datos, matemáticos, desarrolladores de aplicaciones, expertos en usabilidad…). Veo mucho cambio en un período de tiempo no tan largo como cabría pensar. Nicolás Mateo Serrano, director comercial Unión Fenosa Gas

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