Latinoamérica se reconfigura frente a los BRICS

No obstante, es evidencia de una reconfiguración global en la que China oficializa su vocación de alzarse como nuevo número uno mundial. Latinoamérica, en tanto, asiste a la nueva escena como una oportunidad para la consolidación de sus bloques regionales, aunque alienta también ciertas dudas sobre el papel que jugarán sus países en ese nuevo escenario.

New Development Bank (NDB) y Contingent Reserve Arrangement (CRA) son los nombres en inglés de las dos grandes novedades que surgieron el 16 de julio en Brasil: Banco Brics y Fondo de Reserva, como pasaron a ser denominados respectivamente en la prensa latinoamericana las dos instituciones creadas en la sexta cumbre de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Con 50.000 millones de dólares el primero y 100.000 millones el segundo, los organismos no sólo significaron una señal clara para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que ejercieron un dominio global desde 1944, sino también una serie de interrogantes para los países latinoamericanos.

División y multiplicación

Dispersas en una vasta red de acuerdos de variado alcance, esas naciones comienzan a buscar el modo de beneficiarse del potencial promisorio con el que ambas instituciones fueron presentadas: combustible financiero para el desarrollo y blindaje contra la explotación.

Largamente bajo las recetas del FMI y el BM, esos países vienen intentando articular sus proximidades ideológicas, económicas y geográficas en bloques regionales con sus propias instituciones. Banco del Sur, MILA (Mercado Integrado Latinoamericano) y SELA (Sistema Económico Latinoamericano) son algunos de los nombres de las organizaciones que Mercosur, Comunidad Andina de Naciones, Alianza del Pacífico y Unasur, entre otros, vienen abonando en sus aspiraciones, más o menos explícitas, de independizarse de los dos brazos símbolos de Bretton Woods.

"El Banco Brics está a favor de países y no de instituciones. No está en contra del FMI, sino que es un paso histórico rumbo a un orden multipolar", dijo la presidente brasileña, Dilma Rousseff, en el acto de lanzamiento. En función de ese objetivo, que es interpretado también como un combate directo "a la unipolaridad internacional del dólar" en pro de un ascenso del yuan, las entidades son vistas con cautela no sólo por el FMI y el BM, sino también por los propios países a los que aludió la mandataria brasileña.

Democracia y dinero

Los latinoamericanos, bajo la égida de Brasil y México como principales potencias regionales, se cuestionan ahora cuál será su papel en una sociedad frente a la cual aparecen como economías tan vulnerables cuanto lo eran en la órbita norteamericana. Aún más: por el perfil autoritario de dos de los principales socios de BRICS, como China y Rusia, entra en análisis también el eventual riesgo de que esos regímenes pudieran condicionar su ayuda a una adhesión a sus ordenamientos o a una postura acrítica frente a sus políticas de derechos humanos.

En Sudamérica toma forma también la cuestión de si Brasil podrá mantener un equilibrio entre la democracia política y la económica en caso de que los Brics se consoliden como un polo alternativo al poder de Estados Unidos. En otras palabras, si para ellos no significará un simple cambio de collar y de amo para que su tan declamada independencia quede postergada una vez más.

Los números no son para despreciar: entre 2005 y 2013 China le prestó a los países latinoamericanos un total de 102.200 millones de dólares, de acuerdo con estudios coincidentes de la Universidad Nacional Autónoma de México (Centro de Estudios China-México) y la Universidad de Boston (Global Economic Initiative). Tan sólo en 2013, los préstamos chinos a gobiernos, empresas estatales y firmas privadas en Latinoamérica fueron de más de 20.000 millones de dólares. Brasil hizo otro tanto, aumentando 3.000% sus inversiones en la región (de 42 millones de dólares en 2002 a 1.260 millones en 2009) bajo la condición de que en esos países se firmaran contratos con empresas brasileñas. Rusia, por su parte, concedió préstamos por 10.000 millones, principalmente a Venezuela y Ecuador.

A efectos comparativos de la vulnerabilidad de ciertos países de la región ante tal poder de fuego, basta ver que un monto de tan sólo 1.500 millones (en concepto de deuda) ha colocado a Argentina al borde de un default como el que antecedió a su quiebra de 2001.

Cambio de manos

Esos aportes, cuyo volumen eclipsa a los prestamistas tradicionales de la región, fueron efectivizados en la última década, cuando -al mismo tiempo en que Brasil mantuvo un crecimiento constante, desacelerado no obstante en el último lustro- el BRICS pasó de representar el 9% del PIB mundial en 2003 a casi el 25% en 2014, reuniendo un 40% de la población mundial, un 26% de la superficie planetaria y el 27% de la producción. En esa década, el bloque ha generado, además, más de la mitad del crecimiento global (65% de la expansión del PIB mundial entre 2003 y 2007).

En cuanto al fondo de reserva CRA, la mayor parte de los 100.000 millones de dólares será aportada por China (41.000 millones), correspondiendo a Brasil, Rusia e India un aporte de 18.000 millones cada uno y a Sudáfrica, los 5.000 millones restantes. Con 350.000 millones de dólares para prestar, el bloque podrá superar al Banco Mundial en los próximos veinte años, calculan analistas.

Súmese a ello que China es el único país del bloque que mantiene una tasa anual de crecimiento superior al 7%, algo que contrasta con las dificultades económicas por las que pasa la mayoría de los países sudamericanos. De allí los temores de que las flamantes entidades pasen a ser instrumentos al servicio de los intereses chinos. ONGs, por su parte, ven con aprensión que el bloque financie proyectos con impacto social o ambiental negativo en función de meras metas de crecimiento.

"Estados Unidos y Europa deben asumir que esas naciones (Brics) están determinadas a no dejarse intimidar por instituciones occidentales que no atiendan sus ambiciones", editorializó el The New York Times el 23 de julio.

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