Los conflictos de distribución son los mecanismos internos que empujan la política tanto nacional como internacional y en las últimas semanas hemos vuelto a ser conscientes de ello, tal y como analiza ans-Jörg Naumer, Global Head of Capital Markets & Thematic Research de Allianz Global Investors. Se manifiestan, entre otros aspectos, «a través de los conflictos comerciales y del endeudamiento».
Desde su punto de vista, en lo que respecta a los conflictos comerciales, el «America first» ha pasado a la siguiente fase, y aunque parecen suavizarse las tensiones entre China y Estados Unidos, ahora el centro de gravedad se está trasladando a las relaciones comerciales entre el país norteamericano y la UE. Al mismo tiempo, pasan a primer plano las tensiones en Oriente Medio y el acuerdo nuclear de Estados Unidos con Irán.
En el capítulo de endeudamiento, la deuda pública italiana se sitúa en torno al 132% de su PIB, y no parece que el nuevo gobierno tenga intención de ir recortándola hacia el límite superior del 60% fijado por los acuerdos de Maastricht, sino que más bien se ve inclinado a lo contrario.
Así, describe, no parece que esto vaya a dejar indiferente al Banco Central Europeo (BCE), «si se tiene en cuenta que tiene en su haber cerca de 342.000 millones de euros de deuda pública italiana». Un viraje político tendente a aumentar la deuda equivaldría a dilapidar los progresos alcanzados, en ganancias de productividad, por ejemplo, y podría aumentar los costes del endeudamiento «a causa del incremento de las primas de riesgo sobre la deuda pública italiana». Peor aún sería si ganasen credibilidad quienes auguran un Italexit, es decir, la salida de Italia de la zona euro, lo que según las normas acordadas no puede hacerse sin abandonar la Unión Europea.
Sin embargo, la balanza primaria (saldo de gastos e ingresos sin contar intereses ni amortizaciones, en porcentaje sobre la deuda pública) es positiva y se sitúa en casi un 2%. Ahora bien, actualmente el coste de la deuda asciende ya al 3,5-4% del PIB, mientras que la carga implícita media por intereses se encuentra en un nivel bajo, del 2,9%.
Completando este contexto, el precio del petróleo ha subido en torno al 60% por encima de su valor de hace dos años, situándose a más del doble de su nivel de principios de 2016. En el pasado, concreta, «las subidas de precios de esta magnitud provocaban una recesión antes de que transcurriese un año, siempre y cuando la causa primordial estuviese en recortes de la oferta». En cambio, si la subida de precios obedecía principalmente a una fuerte demanda, en dos de cada tres casos no se llegaba a una recesión. Es posible, en consecuencia, que «esta vez tampoco estemos ante un indicador de recesión».
Por el contrario, la situación económica mundial sigue mostrándose sólida, aunque están apareciendo algunos indicios de un leve agotamiento. Esto quiere decir que se mantiene el escenario de reflación, lo cual «debería ser favorable para los activos reales, en consecuencia, para las acciones. Al mismo tiempo, basta con fijarse en la geopolítica para ver que cabe esperar volatilidad». La historia de la humanidad es la historia de los conflictos de distribución y también lo será en el futuro. Mi opinión es que debemos aprovechar ese futuro lo mejor que podamos.
2018-06-12 17:00:41