Los mercados emergentes esperan vientos de cola

Recientemente, la mejoría de la economía mundial motivaba revisiones al alza de las previsiones de beneficios empresariales, y los mercados de renta variable parecían dispuestos a ofrecer más subidas. Pero algo pasó que dio al traste con este idílico panorama.

Hace unos meses ya advertíamos que “nada se desplaza siempre en línea recta”. Esta vez ha sido el Presidente Trump el que ha decidido librar una guerra, y eso ha hecho descarrillar el tren. O al menos ha amenazado claramente con hacerlo, posiblemente con el objetivo real de lograr un «buen acuerdo» para su país.

Como economistas, podemos preguntarnos cuán bueno será ese acuerdo para los consumidores estadounidenses, o para todas las empresas del país que dependen de las importaciones. Si las medidas proteccionistas proliferan, cabe esperar un aumento de la presión inflacionaria interna. Como inversores, tenemos que decidir cómo distribuir los activos en estos mercados. Nuestra recomendación es seguir con la vista fija en el premio. En lugar de fijarnos en la volatilidad a corto plazo, deberíamos prestar atención a la dinámica macroeconómica subyacente.

El ciclo económico global sigue mejorando, y los bancos centrales, incluida la Fed, están procediendo con cautela y anunciando claramente sus intenciones. De seguir así las cosas, que es el supuesto fundamental sobre el que trabajan nuestros equipos de inversión en renta variable por fundamentales, aprovecharemos los baches que se vayan produciendo como oportunidades de compra. Pero es necesario vigilar bien los riesgos. Por ahora, los aranceles comerciales del Presidente Trump han generado más ruido que impacto económico real.

¿Guerra comercial o táctica negociadora?

A la vista de la cantidad de excepciones que se han aprobado ya —Canadá y México a largo plazo, más Australia, Argentina, la UE y Corea del Sur, al menos temporalmente— parece que nos encontramos más bien ante una táctica de negociación que una política arancelaria, y que China es el objetivo principal. Por sí solas, estas medidas ejercerían un efecto limitado sobre el PIB de China, cuyo gobierno podría fácilmente compensar introduciendo algún tipo de estímulo. El Presidente Trump también propone medidas para limitar las inversiones de China en «tecnologías delicadas». Ésta era de hecho la situación preexistente, en la que la agencia estadounidense encargada de revisar las inversiones extranjeras en el país (CFIUS) ejercía una estricta supervisión.”

Puesto que la actual situación de los aranceles es limitada, la cuestión principal reside en qué riesgo de escalada existe, quizás con la introducción de nuevas medidas por parte de EE. UU., o de represalias desde el lado chino. Por el momento, el gobierno de China ha respondido de manera firme pero mesurada. Ha anunciado la imposición de aranceles sobre productos estadounidenses por valor de 50.000 millones de USD, condicionada a la adopción efectiva por parte de EE. UU. de sus aranceles sobre productos chinos. También parece ser que Pekín y Washington están manteniendo conversaciones, aprovechando el plazo de 60 días que debe transcurrir para que los aranceles basados en el Artículo 301 entren en vigor. Nuestra previsión es que se realicen concesiones y la situación se atenúe, aunque con algún inquietante tweet de por medio.

2018-06-12 17:22:00

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