En los 14 años transcurridos desde el lanzamiento del primer ETF de renta fija en Europa, los activos bajo gestión de los ETFs expuestos a los bonos alcanzaron los 136.500 millones de euros a finales de marzo, o dicho de otra forma, el 24% del patrimonio total de los fondos pasivos negociados en bolsa, según los datos de Morningstar. Hace cinco años la cuota de mercado era del 15%. En este momento existen 317 ETFs de renta fija en Europa, siendo el proveedor iShares (BlackRock) el líder indiscutible por productos con mayor patrimonio bajo gestión. Según un estudio realizado por iShares titulado Transforming the Bond Markets with Fixed Income ETFs, el patrimonio total de ETFs de renta fija alcanzará los 2 billones de dólares en el año 2022, incluyendo 1,4 billones en Estados Unidos. Las principales razones, según iShares, serán los cambios demográficos (el envejecimiento de la población aumenta la demanda por activos más defensivos), cambios en los mercados globales de bonos y un mayor uso de los ETFs. Los datos de crecimiento en estos ETFs de renta fija también apuntan al inversor institucional como motor principal. Fondos de pensiones, aseguradoras o gestores buscan incrementar la liquidez en sus asignaciones a renta fija a través de estos productos. Según un reciente estudio de BlackRock, en 2016 el porcentaje de inversores institucionales que utilizaron ETFs para gestionar la liquidez se situó en un 45%, frente al 36% de 2015. Es lo que muchos han denominado ya la ‘deuda 2.0’. Y de lo que los reguladores siguen atentos desde hace años, ante el temor que los enormes flujos de entrada acaben creando distorsiones en el mercado, incluyendo la creación de productos cada vez más complejos que, sin embargo, no frenan el apetito de los inversores por ellos. El problema que organismos como la SEC han detectado se resume en el eterno debate sobre si los ETFs pueden ser o no un problema en ciertos segmentos menos líquidos del mercado, como el high yield, creando con sus abultadas inversiones la falsa sensación de que esos segmentos son completamente líquidos. Solo el tiempo dirá si los fondos cotizados protagonizarán la próxima gran burbuja.
hemeroteca