En una economía hiperglobalizada, la expansión internacional no solo representa una oportunidad de crecimiento, sino una palanca estratégica de cara al futuro. Pese al entorno inflacionista y de inestabilidad geopolítica, muchas empresas españolas de tamaño medio están más que dispuestas a buscar vías de crecimiento más allá de nuestras fronteras. El dato es claro: un 90% de las empresas de este perfil consultadas en nuestro último estudio prevé que la actividad de internacionalización se incrementará en los próximos 12 meses.
Se trata de una predisposición valiente, a sabiendas de que los propios empresarios reconocen que los riesgos de que escale la inestabilidad geopolítica, la economía se desacelere o aumente la volatilidad son significativamente altos. También tienen muy presentes los riesgos de brechas de datos y ciberseguridad y los vinculados al cambio climático y la meteorología extrema. De hecho, la inquietud por estas alarmas es mayor entre las empresas españolas que en otras economías de nuestro entorno.
Con todo, esta orientación a expandirse al exterior refleja la confianza de los empresarios españoles en sus propias capacidades y su visión de negocio, al tiempo que da cuenta del caldo de cultivo existente en el tejido empresarial español.
Si bien Europa occidental sigue siendo el mercado predilecto para la expansión, Europa del Este emerge con fuerza como región target. Manifestado por un 40% de las empresas, esto marca una tendencia emergente si tenemos en cuenta que el mercado natural de expansión ha sido tradicionalmente Latinoamérica. Entre los factores que influyen en esta intención de negocio se encuentra la proximidad geográfica, en tanto en cuanto distancias menores significan menores costes de transporte y tiempos más rápidos, crítico hoy día para mantener la eficiencia operativa. De hecho, la gestión de la logística y de la cadena de suministro son señaladas actualmente como el principal reto de la aventura exterior, algo en lo que sin duda ha influido el impacto a nivel mundial de las recientes rupturas de las cadenas de abastecimiento y la subida de los combustibles y los fletes.
En la decisión de hacia dónde expandirse también intervienen las perspectivas de crecimiento económico futuro y la existencia de un marco favorable de acuerdos comerciales. En este sentido, países como, por ejemplo, Polonia, Hungría o Rumanía están en auge, ofreciendo un potencial de crecimiento alto y un menor nivel de competencia; unos atributos favorables si se tiene en cuenta que, para más de la mitad de las medianas empresas, la motivación de internacionalizarse es acceder a nuevos segmentos de clientes y lograr una buena posición siendo los primeros en entrar en una categoría de mercado.
Estar bajo el paraguas de la Unión Europea proporciona el confort comercial necesario. No obstante, la legislación fiscal plantea retos particulares que requieren una gestión cuidadosa y adaptativa, pues es diferente en cada país e incluso cambia con frecuencia. Esto requiere que las empresas se mantengan constantemente actualizadas y adaptadas a las nuevas normativas para optimizar su carga fiscal y beneficiarse de incentivos, así como para evitar errores de tramitación o incluso sanciones. Polonia, por ejemplo, ha implementado cambios significativos en su sistema fiscal en los últimos años, incluyendo la digitalización de las declaraciones fiscales y el aumento de las auditorías fiscales.
Junto a su disposición a internacionalizarse, nuestro tejido actual de medianas empresas se caracteriza por una mayor apertura a la figura del inversor privado como forma de acceso al capital para el crecimiento que necesitan. Más del 80% están abiertas a esta opción e incluso un 30% considerarían acudir al mercado de capitales. Visto desde otra perspectiva: apenas dos de cada diez consideran la financiación bancaria tradicional. Este dato subraya la mentalidad proactiva y flexible de nuestras empresas, que no dudan en buscar fuentes de financiación alternativas para enfrentar los desafíos globales.
También denota un tremendo cambio de mentalidad en las nuevas generaciones de empresarios, cimentada en una mayor cultura financiera. Una sólida formación y habilidades financieras permiten a estas empresas entender mejor las diversas opciones de financiación, planificar estratégicamente sus necesidades de capital y evaluar de manera efectiva los riesgos y oportunidades. También indica madurez, entendiendo que ir de la mano con inversores privados puede llegar a ser más necesario y flexible para el largo plazo que otras alternativas de capital.
Con todo, en estos tiempos retadores las empresas españolas medianas están mostrando un gran coraje y decisión al expandirse internacionalmente. Conscientes de los riesgos, sabedoras de los retos y más profesionalizadas, esta expansión no solo las beneficia a ellas, sino que también refuerza la economía a nivel país.
Es obvio que no existe una clave para el éxito, pero en lo que coinciden es que es indispensable contar una minuciosa preparación, saber adaptarse a las condiciones locales y tener la capacidad de aprovechar las ventajas tecnológicas y de inversión que ofrezcan los países de destino. Tener una mentalidad elástica y estar dispuestas a invertir en áreas clave, como la tecnología, ESG o la investigación de mercado, serán bazas para prosperar en el mercado internacional.
Opinión