La agencia de calificación Moody’s ha rebajado este miércoles el rating de la deuda soberana China del Aa3 al A1 por primera vez desde 1989. Este descenso tiene su origen en los altos volúmenes de endeudamiento alcanzados por el Gobierno asiático, como forma de incrementar el gasto público y mantener el crecimiento a pesar del cambio en su modelo productivo, y del sector privado. Según la agencia, es muy difícil que China siga manteniendo el liderazgo del crecimiento mundial de forma permanente y lleve a cabo las reformas necesarias para desapalancar su economía. Sin embargo, ha cambiando las perspectivas del gigante de negativas a estables. Las dudas sobre si el presidente chino, Xi Jinping, será capaz de encontrar la fórmula para sanear el sistema financiero y seguir creciendo a un 6,5% de media anual se han generalizado, con una caída de las acciones en la bolsa de Shangái a su mínimo en siete meses. Por otro lado, la mayor parte de la deuda asiática está en propiedad de inversores nacionales, por lo que las variaciones en su rating no tendrán un elevado impacto. En marzo de 2016, Moody’s ya rebajo las perspectivas del rating de la deuda china de estables a negativas debido a los altos niveles de endeudamiento, a la caída de las reservas de divisas y a la incertidumbre en torno a la capacidad del Gobierno de llevar a cabo reformas de calado en el país. S&P advirtió en la misma dirección sobre los riesgos en torno al alto volumen de crédito en circulación (260% del PIB a finales de 2016). De hecho, dejó la calificación de la deuda en AA pero con perspectivas negativas, mientras que Fitch mantuvo el A+ respecto a la deuda soberana a largo plazo tanto en divisa extranjera como nacional. El movimiento de Moody’s deja al gigante asiático con la misma calificación que otros países como Japón, Arabia Saudí o Estonia.
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