La rápida evolución tecnológica está transformando radicalmente todos los aspectos de nuestra sociedad. Esta revolución, que ha estado en marcha durante varios años, está avanzando de manera constante e implacable, absorbiendo todo a su paso. Con el surgimiento de nuevos chips, el desarrollo de la inteligencia artificial, la implementación de Blockchain, los avances en semiconductores y otros adelantos, el ritmo de cambio se acelera cada vez más. Tanto los mercados de consumo como los mercados industriales que los abastecen demandan constantemente innovaciones, y la velocidad de adopción de cada nueva ola tecnológica se acelera de forma exponencial.
El vertiginoso ritmo de avance tecnológico está provocando que incluso los centros de investigación y las pequeñas startups, que carecen de los recursos necesarios para satisfacer la demanda creciente, pero que sí cuentan con la capacidad de generar innovaciones disruptivas, a menudo observen cómo sus invenciones e ideas innovadoras son adoptadas por el mercado sin su participación directa. Sin embargo, en ocasiones, aunque no son tan frecuentes como quisiéramos, estas innovaciones logran ser patentadas, lo cual marca un punto crucial en el proceso. Es en este punto donde pueden ocurrir verdaderos eventos mágicos y transformadores para el desarrollo tecnológico y la competitividad empresarial.
Permítanme profundizar más en el tema que quiero transmitir. Imagina un escenario donde un centro de investigación, una startup o un grupo de científicos logran inventar algo verdaderamente revolucionario, algo que una vez patentado, al ser adquirido por una gran corporación, esta última tendrá la experiencia y los recursos para llevar esa invención a las manos de los usuarios finales. La gran corporación logra exitosamente introducir esta innovación en el mercado, pero el centro de investigación original no participa en este proceso, perdiendo así, al menos por el momento, todas las ganancias económicas derivadas de su creación. Este escenario plantea una serie de desafíos y cuestionamientos éticos sobre la distribución justa de beneficios y reconocimientos en el ámbito de la innovación tecnológica.
La existencia de patentes juega un papel crucial al facilitar una compensación adecuada para los pequeños innovadores en situaciones como estas. ¿Cómo? Es importante comprender que la comercialización de tecnología patentada sigue un proceso definido y que se debe actuar de manera coherente en cada etapa. ¿Cuáles son estas etapas?
La primera fase es la negación por parte de la gran corporación. Esta entidad suele negar cualquier vínculo entre los productos o servicios desarrollados y el trabajo del centro de investigación, tratando de desvincularse de cualquier responsabilidad. Sin embargo, al persistir en la reclamación, se puede llegar a la segunda fase: la ira. La corporación, con su vasto equipo de profesionales altamente cualificados, no aceptará fácilmente que su éxito se deba a un pequeño centro de investigación, lo que genera frustración y rechazo.
La presencia de patentes en este punto es crucial, ya que los asesores legales en propiedad intelectual advertirán a los ejecutivos de la corporación sobre posibles problemas legales si el centro de investigación decide emprender acciones legales por infracción de patentes. Esto intensifica aún más la tensión. Finalmente, se llega al momento crucial: la fase de negociación. La corporación comprende que es más beneficioso llegar a un acuerdo mutuamente satisfactorio que enfrentarse a una disputa legal prolongada, lo que puede conducir a acuerdos económicos o de colaboración que beneficien a ambas partes involucradas. Este proceso ilustra la importancia de tener un sistema legal sólido que proteja los derechos de propiedad intelectual y fomente la justa compensación para los innovadores.
Estar alerta nos permite identificar el momento en que comienza la fase de negociación y aprovecharlo para alcanzar un acuerdo satisfactorio. Algunos de ustedes, apreciados lectores, podrían objetar: «Pero si no cuentas con los recursos para presentar estas demandas, ¿cómo van a negociar contigo?». Esta observación puede ser válida o no, dependiendo de otras circunstancias, pero las etapas del proceso son las mismas. El acto de presentar una demanda puede llevar a la corporación desde la negación hasta la ira, o de la ira a la negociación, por ejemplo. ¿Y qué sucede después de la negociación? ¿Se cierra automáticamente el acuerdo? No exactamente, ya que entramos en la cuarta fase: la depresión. En una corporación, hay niveles de autorización y personas que tal vez no estén involucradas en la negociación y que deben ratificar el acuerdo. Este proceso no es automático.
Para llegar a la aceptación, la última fase, es posible que debas hacer una última concesión y finalizar el acuerdo de manera satisfactoria para ambas partes. Este ciclo de fases refleja la complejidad y los desafíos involucrados en la negociación de acuerdos en el ámbito empresarial y legal.
En mi amplia experiencia en este tipo de situaciones, he observado que se repite un patrón característico. Las fases que atraviesa un proceso de negociación pueden tener una duración variable, desde unos pocos meses hasta varios años. Esta variabilidad en el tiempo depende de diversos factores, como la complejidad del caso, la disposición de las partes involucradas para llegar a un acuerdo y la eficacia de las estrategias implementadas.
Por lo tanto, si se pretende adoptar este modelo de negocio, es fundamental prepararse para gestionarlo de manera metódica y profesional. Además, se requiere una dosis considerable de paciencia y perseverancia para afrontar los desafíos que puedan surgir a lo largo del proceso. Es crucial mantener una actitud proactiva, buscar asesoramiento legal y estratégico cuando sea necesario, y mantener una comunicación clara y abierta con todas las partes implicadas para lograr un acuerdo satisfactorio para todos.
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