Nueva York: el cambio climático está de moda

La Cumbre del Clima ha puesto en evidencia que Estados Unidos quiere asumir, no solo el liderazgo en la lucha contra el cambio climático, sino parte de la responsabilidad, al menos así ha quedado reflejado en las palabras de su presidente, pero (también en palabras de Barack Obama) siempre y cuando esta responsabilidad sea compartida por otros países, especialmente por China, uno de los grandes ausentes de la cumbre junto a la India. La colaboración entre China y Estados Unidos es fundamental si se quiere conseguir la firma de un tratado internacional para el diciembre del año 2015 en París.

La administración Obama no es ajena a este debate – el clima está muy presente en la agenda de su presidente. Entre otras acciones, el pasado mes de junio, en contra de los deseos republicanos, propuso nuevas regulaciones de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA por sus siglas en inglés) para reducir las emisiones de carbono de las plantas de energía en un 30% de cara a 2030. Por otro lado, el pasado mes de mayo, el Grupo de Evaluación Nacional del Clima, comisionado por el Congreso estadounidense, publicó un informe en el que se evaluaba el efecto negativo del cambio climático en la economía del país. Entre otras afirmaciones, el documento sostiene que la mitad de la población de Estados Unidos, que mayormente vive en zonas costeras, es vulnerable.

¿Desinversión en la industria de los combustibles fósiles?

Aprovechando esta sensibilidad climática, la familia Rockefeller, que construyó su fortuna sobre la base del petróleo, anunció el pasado lunes su intención de retirar sus inversiones de empresas vinculadas a los combustibles fósiles y de orientarlas, en cambio, a las energías renovables. El fondo de los Hermanos Rockefeller tiene cerca de 860 millones de dólares en activos, cerca del 7% están invertidos en este sector.

No son los únicos, los herederos de Standard Oil se unen a más de 800 inversores que planean retirar un total de 50.000 millones de dólares de esta industria en los próximos cinco años. Entre estos inversores se incluyen organizaciones de la salud, fondos de pensiones, instituciones religiosas, como El consejo Mundial de Iglesias, filántropos, fundaciones o incluso gobiernos locales como los de Santa Mónica o Seattle. Un movimiento que tiene una figura política visible, el ex vicepresidente Al Gore, encargado de presentar a los líderes mundiales los compromisos de este movimiento desinversor alegando la incertidumbre que existe en el futuro de estas inversiones.

Este "movimiento desinversor" comenzó hace dos años y tiene su origen en las universidades americanas. Los estudiantes se organizaron con la intención de convencer a sus respectivas instituciones académicas de que retiraran su dinero de todo lo que tuviera que ver con petróleo, carbón o gas natural. En algunas universidades, como Stanford, sus esfuerzos se han visto recompensados; en otras, como Yale o Harvard, todavía queda campaña por hacer.

La lectura que se hace de este movimiento es que los números de las grandes compañías no se verán afectados, (gracias a los grandes beneficios que obtienen con la venta de sus productos), pero que a la larga podría cambiar el debate en torno al cambio climático.

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