Su abultado presupuestos lo configura como uno de los grandes puntales de la marca España en el exterior, pero ahora, tras varios años de presumir de macrocontrato (la licitación se ganó en 2011) los problemas empiezan a agolparse a la hora de finalizar la obra. Tras el aviso por parte de Arabia Saudí al consorcio constructor, las empresas encargadas de la construcción aseguraron que el grupo estaba cumpliendo los plazos "escrupulosamente".
A lo que añadieron que "el cliente requiere de un esfuerzo adicional por parte de las empresas españolas que configuran el consorcio a fin de acelerar la construcción de la infraestructura y el consorcio". Las empresas adjudicatarias del proyecto movieron ficha nada más conocerse las declaraciones del ministro de transporte donde incluso se amenazaba con retirar el contrato en caso de no cumplir los plazos de ejecución. "Como no podía ser de otra manera, está a disposición para atender sus demandas y garantizar la prestación del servicio ferroviario comercial entre las ciudades santas de La Meca y Medina lo antes posible", continuaba el comunicado.
La tensión en las relaciones con Arabia Saudí ha llevado a que el consorcio haga cambios en su organigrama. Así, Santiago Ruiz será nombrado consejero delegado y con él se nombrará a su segundo, Álvaro Senador-Gómez, según publican medios digitales. Ambos hombres provienen de FCC donde trabajaron en varios proyectos juntos y además conocen al ministro de transportes saudí de esa etapa.
El cambio en el organigrama es también un movimiento para tratar de tranquilizar las relaciones entre las diferentes empresas que se habían tensado en los últimos tiempos. Tras la amenaza de que el contrato podría llegar a paralizarles, los distintos integrantes del grupo habían llegado a echarse las culpas por los retrasos en el trabajo. Una guerra abierta por el poder en la mayor obra concedida fuera de las fronteras españolas.
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