Entre el apetito por el riesgo, derivado de unas mejores perspectivas económicas y las esperanzas puestas en la expansión fiscal (sobre todo en EEUU), y las elevadas incertidumbres políticas (Siria es sólo el último ejemplo, pero las elecciones de Francia, por ejemplo, aún siguen pendientes, como las de Alemania, o el propio riesgo de decepción de Trump), a las que se suman unas rentabilidades en los activos seguros por excelencia, los bonos soberanos, bajo mínimos… Sin duda, el entorno de mercado es duro para los gestores tradicionales que, además, deben afrontar las convulsiones de la propia industria. Presiones desde el lado de los ingresos ante la avalancha regulatoria y el avance de las estrategias pasivas, aumento de la competitividad, la disrupción tecnológica de la mano de la digitalización imparable, clientes cada vez más exigentes y con mayores demandas, consolidación a la vista… Un contexto en el que la agencia de calificación crediticia Fitch alerta de “dificultades financieras” para estos gestores tradicionales a medio plazo. “La creciente apuesta de los inversores por la gestión pasiva, la ralentización de los activos bajo gestión (AUM por sus siglas en inglés), la volatilidad en el comportamiento de las inversiones y un panorama regulatorio cambiante son algunos de los factores que presionarán sobre sus ganancias en los próximos trimestres”, alerta el director de la firma, Evgeny Konovalov. Los gestores tradicionales vieron como sus activos bajo gestión se contraían un 3% en 2015 y un 2% en 2016, frente al repunte medio del 11% del periodo 2012-2014. Descenso, explican estos expertos, que se debe principalmente a las turbulencias en las Bolsas y a las modestas entradas de flujos de clientes (0,2% y 0,5%, respectivamente). La recuperación experimentada por la renta variable desde el tercer trimestre del pasado ejercicio ha apoyado la reciente mejora en esta partida, pero “las elevadas valoraciones y el potencial de subidas de tipos en Estados Unidos pueden contribuir a la volatilidad futura, especialmente para aquellos con elevada exposición a la renta fija”. Gestión pasiva, regulación y comisiones Por otro lado, el cambio estructural entre los inversores hacia estrategias pasivas “ha añadido presión competitiva a los gestores tradicionales activos, situación que se ha visto exacerbada por los cambios regulatorios”. Según Morningstar, en 2016 los fondos gestionados activamente en EEUU sufrieron salidas por importe de 315.000 millones de dólares. Aunque ésta aún supone un 64% de los productos inversión a largo plazo. Para hacer frente a estas presiones, muchas firmas han ajustado sus comisiones y buscan diversificar su oferta de productos con activos de mayor rentabilidad, como alternativas líquidas o soluciones activas low-cost, como la smart beta u otras estrategias cuatitativas o robóticas. Recordemos que según el estudio “The World Turned Upside Down”, de Oliver Wyman y Morgan Stanley, apunta a una caída de estas tarifas del 10% entre 2016 y 2019, lo que se traducirá en unos ingresos un 7% menores, “ante la transición a productos con menores tasas que eclipsará el crecimiento de los activos”. Los datos de Inverco concretos para España apuntan a que las comisiones el año pasado fueron de 2.238,11 millones de euros, lo que supone un descenso del 4,2% frente a los 2.335,24 millones de 2015 “La presión sobre los costes para los gestores europeos podría verse incrementada si el Brexit conduce a la pérdida de derechos dentro de la Unión Europea (UE), pues traería consigo costes adicionales a los profesionales en Reino Unido”, añade Christian Kuendig, director senior de Fitch Ratings. Consolidación y ventajas competitivas La consolidación, concluye la firma, podría proporcionar ciertas eficiencias de escala y es la otra respuesta de los gestores tradicionales, como muestran las recientes fusiones de Janus Capital con Henderson, o de Aberdeen AM con Standard Life, así como la vena de Pioneer Investments a Amundi. Por otro lado, estos analistas reconocen que “la mayor parte de los gestores tradicionales cuenta con ventajas competitivas para navegar entre los desafíos de la industria y del mercado, como por ejemplo su escala y diversificación, el bajo apalancamiento de su cash flow y sus fuertes perfiles de liquidez”.
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